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¿A qué le temen? Boinas Rojas 'custodiando' Mercado de Carlos III

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 15 de noviembre de 2025

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Parece que el Mercado Carlos III en La Habana ha alcanzado un nuevo nivel de sofisticación: ya no basta con vigilar los pasillos llenos de polvo y tiendas cerradas; ahora se necesitan tropas especiales para custodiar el "preciado" espacio comercial.

Sí, hablamos de los famosos “boinas rojas” de las FAR, que, según algunos testigos, patrullan los accesos como si esperaran la invasión de un ejército enemigo… o quizá la irrupción de un grupo de compradores con bolsas de arroz.

Lo curioso es que nadie ha explicado realmente por qué un mercado necesita un ejército. ¿Temen que alguien robe un kilo de arroz o una lata de aceite? ¿O será que los militares están ahí para protegernos de la amenaza más peligrosa: ciudadanos hambrientos con ansias de carne y leche? La ironía no puede ser más evidente. Los mismos comentarios de los vecinos revelan la verdad detrás de la puesta en escena: no se trata de “tropas de élite”, sino de muchachos que cumplen el servicio militar obligatorio, con hambre y sueño, defendiendo tiendas que ni siquiera atraen clientes.

Mientras tanto, el Mercado Carlos III parece un escenario de película distópica: locales vacíos, luces apagadas, cucarachas reinando en los pasillos y jóvenes soldados patrullando como si fueran héroes en un conflicto internacional.

Lo más gracioso (o triste) es que estas “medidas de seguridad” no hacen otra cosa que evidenciar el miedo que se respira. ¿A qué le temen exactamente? ¿A que la gente entre a comprar o a que la realidad social se les salga de las manos? El despliegue militar en un mercado no es señal de orden, sino de paranoia.

Y mientras algunos critican, otros justifican: “Es normal desde la COVID”, “están pasando servicio militar”, “custodian tiendas de MLC”. La conclusión es simple: no hay boinas rojas para protegernos de la inseguridad, del hambre o de la crisis económica, sino para cuidar lo que pertenece a los que controlan la economía.

Los “enemigos” no son los delincuentes, sino los ciudadanos mismos, recordándonos con cada patrulla que el control es más importante que la vida cotidiana.

Al final, podemos imaginar el futuro cercano: mercados fortificados con torres de vigilancia, tiendas cerradas, militares en cada esquina y clientes caminando entre boinas rojas como si fueran en un safari urbano.

La verdadera amenaza no está en los pasillos, sino en el miedo que ellos quieren imponer. Y nosotros, espectadores de esta tragicomedia, solo podemos mirar, entre asombro y sarcasmo, cómo se custodia un espacio que alguna vez fue símbolo de vida y ahora es escenario de vigilancia extrema.

Fuente: La Tijera


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