La Habana también se hunde en la oscuridad de los apagones
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 22 de noviembre de 2025
“Chico, ya aquí en el barrio estamos acostumbrados a la oscuridad a esta hora”, dice Rodolfo, 64 años, sentado en la puerta de su casa en la calle Martí, en Regla. A las 6:00 de la tarde, la avenida principal parece una boca de lobo. Solo alguna cafetería con planta eléctrica rompe la oscuridad. El resto de los vecinos salen con sillas a la acera o se sientan en los muros a esperar la corriente, como quien espera una limosna.
Yaima, residente de la misma zona, asegura que los apagones hace rato dejaron de respetar cualquier “programación” oficial. “Uno se guía más o menos por lo que dice la empresa, pero últimamente se extienden 20 o 30 minutos más… cuando no te cambian el horario entero”. Esta semana ha sido un caos, afirma, con cortes que no coinciden con lo anunciado y que interrumpen rutinas, comidas y sueños. “Mis hijos se fueron a la cama con un pan porque la corriente vino a las 10 de la noche. A esa hora no iban a cenar”.
Ese día, media Cuba estaba apagada: unidades de Felton, Santa Cruz del Norte, Renté y Cienfuegos fuera de servicio por roturas o mantenimiento; 91 centrales de generación distribuida paralizadas por falta de combustible. La caída del suministro desde México y Venezuela ronda el 35 % respecto a 2024. El resultado se siente en las casas: los seis bloques de apagón afectados al mismo tiempo, cortes de madrugada de 3 y 4 horas y un sistema que no da señales de recuperación.
Mientras las autoridades saturan las Mesas Redondas con promesas repetidas —que llevan al menos cinco años sin cumplirse—, la gente en barrios como Regla ni siquiera puede ver televisión. “Hace más de una semana que aquí no se ve nada entre las cuatro y las ocho de la noche. Del carajo esto”, protesta Rodolfo. El agua tampoco ayuda: llega un día sí y otro no, y siempre en horas coincidentes con los apagones. “Cuando la corriente regresa, lo que queda es un hilito. Y eso en plena epidemia”.
El jefe de Epidemiología, Francisco Durán, dedicó su espacio diario a recordar que los enfermos de dengue y chikungunya deben hidratarse constantemente. Pero decirlo es fácil: los apagones impiden el bombeo de agua, obligan a almacenarla en tanques y cubos y multiplican los criaderos del mosquito. El ciclo perfecto para agravar la epidemia.
La comunicación también cae. “Antes, sin luz, al menos subías a la azotea y lograbas conectar algo. Ahora se va la corriente y al segundo pierdes toda la señal”, explica Yaima, trabajadora de una mipyme que cobra por comisión. “No puedo llamar a mi madre, no puedo entretenerme, y peor: no puedo trabajar. Con estos apagones solo puedo producir tres o cuatro horas al día”.
Para colmo, el calor no da tregua. Tras unos pocos días frescos a inicios de mes, las temperaturas volvieron a subir, aumentando la demanda de energía. Este viernes se necesitarían 3,200 MW en el pico nocturno, pero el sistema solo puede generar 1,494. Menos de la mitad.
Y mientras La Habana se hunde en apagones que ya golpean como en el resto del país, el gobierno continúa obsesionado con sus batallas políticas: otra ofensiva contra El Toque, otro “programa para corregir distorsiones”. Y otra Mesa Redonda que, como tantas veces, la mayoría de los cubanos no podrá ver. Porque para eso hace falta corriente. Y en Cuba, hasta la luz se ha vuelto un lujo.