La EIDE "Mártires de Barbados" del Cotorro ha sido históricamente uno de los centros claves para la formación de los talentos de alto rendimiento en Cuba. De sus aulas han salido atletas que han representado al país en competencias nacionales e internacionales, jóvenes que gracias al sacrificio, la disciplina y la guía de sus entrenadores lograron encaminar sus sueños deportivos.

Sin embargo, lo que está ocurriendo hoy dentro de esa institución dista mucho de la misión para la cual fue creada: proteger, educar y desarrollar a niños y adolescentes con condiciones excepcionales.

Resulta que las estudiantes son obligadas a subirse en los peligrosos aleros, a dos pisos del suelo, para limpiar lo que ellas mismas ensucian; sin dudas, una decisión absurda pues pone en peligro la vida o la salud de las atletas. Un resbalón... ¡y lo menos que pudiera suceder es que ahí mismo se acabara la vida deportiva de la estudiante!

Lo que muestran las más recientes denuncias es sencillamente alarmante. Las imágenes y testimonios sobre las actividades peligrosas que están realizando las niñas dentro de la escuela no solamente generan preocupación, sino indignación.

La EIDE no es un parque de diversiones ni un espacio improvisado donde los menores puedan exponerse a riesgos físicos extremos sin supervisión. Es una institución estatal, diseñada y financiada para formar a los futuros deportistas del país, y por tanto debería contar con protocolos estrictos de seguridad, personal calificado y una vigilancia constante sobre lo que sucede en cada área del centro.

Que en un lugar de alto rendimiento –donde la salud y la integridad de los estudiantes son patrimonio esencial– se permitan conductas que ponen en peligro la vida de las menores es una señal gravísima de descontrol institucional. No se trata solo de “una mala decisión de niñas traviesas”; se trata de una falla directa en la responsabilidad adulta: profesores, directivos y trabajadores que deben garantizar que los niños y adolescentes estén seguros en todo momento.

Además, la pérdida de disciplina y de autoridad dentro de una escuela deportiva tiene consecuencias profundas en la formación deportiva. Un atleta de alto rendimiento no se forma solo en el terreno: se forma también en el respeto, en la responsabilidad y en la confianza hacia sus entrenadores. Cuando el entorno está marcado por la negligencia, el futuro deportivo de esos jóvenes también se ve comprometido.

La comunidad del Cotorro, las familias y los propios atletas merecen respuestas claras. La EIDE "Mártires de Barbados" necesita una revisión urgente, una intervención seria y un compromiso real con la seguridad de sus estudiantes. La vida de esas niñas y el futuro del deporte cubano no pueden seguir en manos de la improvisación.

Fuente: Saúl Manuel

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