Es difícil imaginar un país donde el Estado tenga que asignar recursos específicos para celebrar los 15 años de un joven, pero en Cuba, esta es la realidad. En lugar de ofrecer un mercado abastecido y funcional, el gobierno cubano implementa medidas para controlar la distribución de productos básicos a través de la libreta de abastecimiento, perpetuando un sistema de racionamiento que solo refleja la miseria endémica del país.

Recientemente, se anunció que en la provincia de Ciego de Ávila, 353 jóvenes que cumplieron 15 años en julio recibieron un "módulo" de alimentos, y se espera que 416 más lo reciban en agosto. Este módulo incluye productos tan básicos como pan, galletas, refrescos, y jamón, que, en cualquier otra parte del mundo, se podrían comprar libremente en el mercado. Sin embargo, en Cuba, estos productos son considerados un lujo que debe ser controlado por el Estado.

Resulta ridículo y triste a la vez que, en lugar de trabajar hacia un modelo económico que permita a las familias acceder a lo que necesiten, cuando lo necesiten, el gobierno cubano celebre la implementación de políticas que, en esencia, solo subrayan la escasez. La asignación de recursos para un evento tan común como un cumpleaños de 15 años no debería ser motivo de celebración, sino un claro indicador de que algo está profundamente mal en el sistema.

Este tipo de medidas reflejan la realidad de un país donde la miseria es omnipresente. Lejos de representar un avance, la distribución de estos módulos alimenticios es una admisión de fracaso. Es el reconocimiento de que en Cuba, conseguir productos básicos sigue siendo una lucha diaria, y que el acceso a lo esencial está tan limitado que requiere la intervención estatal.

La situación es aún más absurda cuando se considera que estos módulos serán distribuidos bajo el control de la libreta de abastecimiento, un sistema que debería haber desaparecido hace décadas. La dependencia en un censo realizado por las Oficinas del Registro Comercial para determinar quién puede comprar estos productos demuestra lo lejos que está Cuba de un modelo económico funcional y libre.

En un país donde la miseria se ha institucionalizado, celebrar que un joven pueda recibir un "módulo" de alimentos para su cumpleaños no es más que una burla cruel a la dignidad humana. En lugar de aplaudir estas políticas, es hora de cuestionarlas y exigir cambios reales que permitan a los cubanos vivir con dignidad, sin depender de la caridad estatal para celebrar los momentos importantes de la vida.

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