El dramaturgo cubano Yunior García Aguilera, fundador de la plataforma Archipiélago y principal promotor de la Marcha Cívica por el Cambio del 15 de noviembre, dijo que, por lo pronto, no tiene planes de regresar a la isla, considerando que hacerlo “sería un suicidio”.
En entrevista con el diario español El País, que considera a García una “voz de la oposición cubana”, el dramaturgo habló de sus dos meses de exilio en España, donde se plantea pedir asilo, y expresó su temor pasar “30 años en la cárcel” si volvía a Cuba.
García llegó a la nación europea apenas dos días después del 15 de noviembre, fecha para la cual Archipiélago había convocado a una marcha en el país para pedir transformaciones y la liberación de los presos políticas. Tanto su intempestiva salida como su decisión, no han estado exentas de polémica, ya que muchos comenzaban a ver en el dramaturgo una voz de importancia dentro de la disidencia.
Ahora, desde Madrid, asegura que emprende un trabajo más “discreto” en cuanto a su activismo, y declara que su retorno “no será inmediato”. En tal sentido, esgrimió “la amenaza que formularon en verano dos fiscales de La Habana”, de 27 años de prisión en la cárcel del Combinado del Este.
“Tras mi llegada a Madrid, me han cerrado mi grupo de teatro en Cuba y han despedido a los actores. Mis obras están prohibidas. El caso contra mí sigue abierto. Tienen excusas para, en cuanto ponga un pie en el aeropuerto de La Habana, llevarme a la cárcel por 27 o 30 años, como han hecho con otros manifestantes. Regresar ahora no es una posibilidad real. Sería un suicidio”, expuso.
“Corremos cierto peligro. Somos una preocupación para la dictadura, que tiene tentáculos en todas partes. Incluso hay programas en televisión que han emitido imágenes de nuestra vida en España”, abundó.
García agradeció haber encontrado en España el respaldo de parte de la comunidad cubana en ese país. “(…) No solo con su apoyo emocional, sino también con dinero para pagar el alquiler y con ropa para pasar el invierno”, detalló.
De igual modo, comentó que pensaba “buscar un trabajo de lo que sea para ganarnos el pan honradamente”, y expresó su dolor por haber dejado en Cuba a un hijo de una relación anterior, Diego, de 10 años.
Antes de salir del país, García sufrió un acto de repudio que le impidió marchar pacíficamente por la calle, como tenía previsto el 14 de noviembre. El hecho represivo espoleó su decisión de partir al destierro con un visado de turista de 90 días concedido por España. Desde entonces, ha recibido varias críticas cuestionando su integridad y validez como opositor, al tiempo que otros aplauden su determinación, sobre todo ante la aparente falta de apoyo que tuvieron las iniciativas del dramaturgo entre el pueblo cubano.