Cuba se enfrenta a una prolongada crisis económica que podría ver otra caída en su Producto Interno Bruto (PIB) en 2024, informó el ministro de Economía, Joaquín Alonso Vázquez. Durante una reciente conferencia de prensa, Alonso explicó que la economía cubana, ya afectada por problemas estructurales, enfrenta una situación aún más crítica debido a recientes fenómenos naturales, escasez de combustible, y una crisis energética que no muestra señales de mejora.
El impacto de dos huracanes y sismos recientes ha agravado el ya frágil panorama económico. Alonso advirtió que estos eventos han afectado “indiscutiblemente” los principales sectores productivos del país. En sus palabras, el PIB “no debería crecer” en 2024, aunque aclaró que aún son estimaciones preliminares. Esta proyección podría marcar la segunda caída consecutiva del PIB cubano tras la contracción del 1,9% en 2023, cifra que ya refleja una economía debilitada desde antes de la pandemia.
El ministro atribuye la mayor parte de los problemas económicos a la falta de suministro estable de energía y combustible. La situación energética se ha convertido en un obstáculo crucial, afectando a sectores como la industria y el transporte, y reduciendo la capacidad productiva del país. “El desarrollo económico depende de la energía, y nuestras afectaciones eléctricas han sido constantes durante todo el año”, señaló Alonso, subrayando también la escasez de gasolina y diésel, que ha limitado aún más la actividad económica en diversos sectores.
Además de los factores internos, las sanciones de Estados Unidos y las decisiones políticas de Cuba han complicado el panorama. La economía cubana sigue siendo vulnerable ante factores externos debido a su limitada diversificación y dependencia de las importaciones. La falta de una estrategia clara para resolver estos problemas ha llevado a muchos expertos a cuestionar la capacidad del gobierno cubano para gestionar la crisis.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) también se suma a las proyecciones pesimistas, pronosticando una caída del PIB cubano de un 0,4% para este año. Aunque el ministro Alonso cuestionó el enfoque de la Cepal, admitió que es evidente que la economía cubana está estancada, afirmando que “no se necesitan estudios profundos” para prever un resultado negativo similar en 2024.
A medida que la crisis se extiende, la calidad de vida de los cubanos se deteriora. Las largas interrupciones eléctricas y el desabastecimiento de productos básicos han desencadenado protestas en algunas zonas de la isla. Las dificultades en el suministro de combustible han afectado también el transporte público y privado, dificultando la movilidad y agravando la situación de un país que ya enfrenta una elevada inflación.
El gobierno cubano ha intentado implementar medidas paliativas, como la restricción del consumo energético en sectores específicos y la redistribución limitada de alimentos básicos. Sin embargo, estas iniciativas no parecen suficientes para revertir el deterioro económico general. La falta de inversiones en infraestructuras clave, como las termoeléctricas, y la ausencia de políticas orientadas a fomentar el crecimiento productivo solo profundizan el estancamiento.
Con una economía que continúa en declive, el futuro de Cuba depende de reformas significativas y de un cambio en su estrategia de gestión de recursos. De lo contrario, es probable que los problemas energéticos, junto con otros desafíos internos y externos, sigan erosionando el bienestar de la población y bloqueando cualquier posibilidad de recuperación económica.
(Con información de Infobae)
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