En la Cuba de hoy, donde la escasez lo abarca todo y la desesperación empuja a muchos a la ilegalidad, ya ni las traviesas de hormigón que sostienen las vías del tren se salvan del saqueo. En el municipio de Palma Soriano, provincia de Santiago de Cuba, un hombre fue sorprendido con varios bloques robados del sistema ferroviario, que había escondido en el patio de su casa. El hecho fue reportado por el perfil oficialista Héroes del Moncada, cercano a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).
Según el reporte, los oficiales de la PNR llegaron a la vivienda, ubicada en la localidad de Dos Ríos, para realizar un registro. Allí encontraron varias traviesas de hormigón sustraídas durante la noche de las vías del tren. La acción delictiva no solo representó un intento de lucro individual, sino que ocasionó serios daños a la infraestructura ferroviaria, afectando directamente el ya frágil sistema de transporte de la isla.
El detenido, identificado solo como Nelson, enfrentará un proceso penal por sustraer bienes del Estado y comprometer la seguridad e integridad de la red ferroviaria nacional. Aunque la justicia cubana actuará con todo el peso de la ley en este caso, lo que no podrá evitar es la creciente ola de delitos similares, impulsados por una crisis económica sin precedentes.
Este episodio refleja hasta qué punto ha llegado la desesperación en Cuba. Con una economía en ruinas, salarios que no alcanzan para sobrevivir y una escasez crónica de alimentos, medicinas y materiales de construcción, muchos ciudadanos recurren al robo como único medio de subsistencia. Ya no se trata solo de hurtar comida o combustible; ahora también desaparecen postes eléctricos, tapas de alcantarilla, cables telefónicos y hasta los cimientos de las vías del tren.
El robo de traviesas ferroviarias no es un caso aislado, sino un síntoma de un país que se desmorona desde sus cimientos. Las traviesas de hormigón, esenciales para mantener la estabilidad y seguridad de los rieles, son utilizadas ilegalmente como materiales de construcción ante la imposibilidad de adquirir cemento o bloques por las vías formales. La ausencia de estas piezas pone en riesgo el transporte ferroviario, dejando a comunidades enteras sin una vía segura para trasladarse.
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