Osleni Guerrero, el mejor badmintonista de la historia de ese deporte en Cuba, habló de las decepciones, frustraciones y otros motivos que lo llevaron a cruzar la frontera en México, después de abandonar un torneo en la nación azteca.
Actualmente, Guerrero, de 33 años, reside en Texas tras dejar una impronta en el bádminton cubano, una disciplina en la cual se inició rodeado de dificultades para su práctica. “En ese tiempo no había muchos recursos”, recuerda sobre sus inicios en 1997.
“Era un deporte nuevo en el alto rendimiento. No era posible apoyar a todos los municipios. Teníamos carencias”, contó en declaraciones a la revista deportiva Play Off.
“Era difícil conservar una zapatilla para poder entrenar. Cuando aquello eran las famosas Love. Le costaba mucho trabajo conseguirlas. Y cuando mi pie creció, se dificultó más. En varias ocasiones me las regalaron jugadores mayores que me conocían”, dijo Guerrero, quien agregó que, en eventos internacionales realizados en Cuba, atletas extranjeros le obsequiaban zapatillas, raquetas y otros medios que le servirían para desarrollarse.
Osleni debutó en el Panamericano de Bádminton del 2000, cuando tenía 11 años. El atleta reconoce que con sus resultados no llevaba una vida llena de carencias, pero, cuando decide emigrar, estaba en la recta final de su carrera deportiva.
“Sentí que, por la edad, los directivos de mi disciplina me veían en decadencia, y realmente no lo estaba. Hubo muchos factores”, dijo el jugador, apuntando que parecía haber una pérdida de interés por su desempeño a pesar de seguir obteniendo buenos resultados.
En México, Guerrero abandona una competición junto a dos compañeros de equipo. “La decisión la tomé a última hora. Quería cambiar, mejorar mi carrera deportiva, estar a otro nivel, en otro ámbito. Fue tomada a la ligera. No lo tenía pensado. Siempre defendí la idea de que, si me cuidan en mi país, si me respetan, si valoran mi trabajo, ahí me quedo. Pero, realmente, las cosas comenzaron a cambiar”, lamentó.
“Donde caes mal, debes irte. Debes buscar el lugar donde tu sacrificio sea valorado, o al menos, remunerado de la mejor manera posible, y no me refiero solo al dinero. Me refiero a un lugar en el que puedas hacer más cosas con tu trabajo, con tu disciplina”, expresó.
El atleta también comentó que sus ganancias en Cuba demoraban en llegar, pese a que tenía una familia con dos hijas que mantener. Confiesa que, al cruzar la frontera, pensó en su madre. “Ella no sabía la decisión que había tomado. Le escribí que la amaba mucho, que confiara en mucho. Le dije que la iba a apoyar en todo. Ella hizo mucho por mí. También pensé en mis hijas, mis amores. Por ellas me he sacrificado y lo seguiré haciendo”, aseguró.
Sobre la ola migratoria de deportistas cubanos, consideró que tal éxodo inspiraba tristeza. “Ha sido la migración más grande de la historia en Cuba. Es algo a valorar. El INDER debe defender más a sus atletas en las reuniones con las máximas autoridades del país. Todo se sabe en Cuba, pero si no estamos junto los deportistas, no se darán cuenta nunca de que necesitan más ayuda”, dijo.
“Debemos cambiar cosas, para cuando vayamos a competir, regresar conscientes de que nuestras familias nos esperan tranquilas, sin las desavenencias que hoy vivimos. Mientras eso no cambie, la emigración va a seguir”, sostuvo.