Represor de Villa Clara velado entre polémicas y repudio popular
Redacción de CubitaNOW ~ sábado 20 de septiembre de 2025

En Villa Clara se desarrolla el funeral de Leonel Mesa Rodríguez, un hombre que en vida fue temido y odiado por muchos en el Consejo Popular La Reforma, en Caibarién. Conocido popularmente como “Cal Viva”, Mesa se ganó ese sobrenombre por la brutalidad con la que reprimía a opositores y ciudadanos comunes, utilizando métodos violentos y humillantes que dejaron una huella de dolor en la comunidad.
La cal viva, sustancia corrosiva capaz de destruir y quemar al contacto, se convirtió en metáfora de su carácter y de las acciones que lo hicieron tristemente célebre.
El 19 de septiembre, el cuerpo de Mesa fue hallado en la carretera de Remedios hacia Caibarién con un disparo en la frente y seis puñaladas, un final que refleja la magnitud del odio acumulado contra él. Tras el hallazgo, las autoridades iniciaron una intensa cacería en busca de los responsables del crimen, desplegando un operativo pocas veces visto cuando las víctimas son ciudadanos comunes.
El velorio ha sido un evento polémico. Sus compañeros en los órganos represivos del régimen le rindieron honores con medallas y símbolos oficiales, generando indignación en redes sociales. Mientras a la población humilde muchas veces le toca despedir a sus muertos en carretones de caballos o a pie por falta de transporte fúnebre, “Cal Viva” recibió un trato privilegiado.
Los comentarios que inundan las plataformas digitales reflejan un sentir generalizado. Para muchos, se trató de un verdugo que “recogió lo que sembró”. Frases como “el que mal anda, mal acaba”, “un singao menos” o “a cada uno le llega su karma” se repiten en textos cargados de rabia y desahogo.
Algunos usuarios, incluso, ironizaron con que debían meterle las medallas en el ataúd “para que Satanás lo reciba con honores”.
Otros mensajes resaltaron la hipocresía del régimen: se movilizan recursos y honores para despedir a un represor, mientras los cubanos de a pie padecen apagones, funerales indignos y falta de servicios básicos.
No faltaron voces que pidieron respeto por la vida humana, advirtiendo que nadie tiene derecho a quitarla por mano propia. Sin embargo, fueron minoría frente a la avalancha de comentarios que celebraban su ajusticiamiento.
La historia de “Cal Viva” refleja, en esencia, el hartazgo de un pueblo frente a décadas de abusos y la percepción de que, tarde o temprano, quienes se erigen como verdugos terminan enfrentando su propio juicio, ya sea en tribunales o en las calles.
El apodo que lo persiguió en vida se convierte ahora en símbolo de un final marcado por la misma crudeza que sembró: corrosivo, implacable y sin retorno.