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Se echan a perder bolsas de yogurt de soya en Las Tunas tras subida de precios

Redacción de CubitaNOW ~ lunes 4 de enero de 2021

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El inicio del proceso de ordenamiento monetario y cambiario en Cuba sigue dando de qué hablar, tan es así que ni siquiera los periodistas oficialistas logran quedarse en silencio ante el caos que ha venido con ‘la tarea’.

Hace pocos días, justamente este fin de semana, la prensa independiente denunció que, por el aumento de precios, más de 6 mil panes quedaron sin venderse en bodegas de Mayabeque.

Como si fuero poco, en medio de la escasez, se dañaron bolsas de yogurt en el oriente del país porque, de igual manera, la población no las compró.

La joven periodista cubana Yelaine Martínez Herrera, de Las Tunas, así lo confirmó a través de un texto que difundió en sus redes sociales bajo el título de ‘Cuando los precios suben…’.

Cubita NOW reproduce su denuncia, de manera íntegra, a continuación:

“Tuve que pagar de mi bolsillo”, cuenta el administrador de la bodega. “Mucha gente dejó de buscar el pan ayer”, continúa. Metros de allí, otra dependienta afirma: “algunas bolsas de yogurt de soya se me echaron a perder, ahora son a 5 pesos”. Y yo miro hacia la acera que otras veces se llenaba de abuelitos con sus jabas de nailon estilo Pánfilo. Quizás fue solo un día, producto del cambio, pienso en un instante de esperanza.

Al otro extremo de la ciudad, en la cafetería La Colón, los precios van desde 26. 45 cup (hamburguesa grillet/ antes costaba 3:00 cup) hasta 31.05 (con queso) y 35.65 (la “tunera”). ¡Si al menos fuera una súper hamburguesa!, balbuceo para mí. Pero la realidad es otra.

Habría que revisar la coherencia entre la calidad y los precios. Habría que revisar, y rápido, la inflación de los precios en Las Tunas. Mi barrio parece un gallinero, la gente no habla de otra cosa. Se sacan cuentas, se compara. La aplicación de las normas y medidas debe pasar por el necesario tamiz del bienestar del pueblo. No puede ser que “algo” cueste 6, 7, 8 o 9 veces más, sin que la calidad lo respalde. La desproporción no puede ser la palabra de orden.

Estamos de acuerdo en que el país debe desarrollarse, pero desde lo local no se deberían abrir brechas a situaciones peligrosas, porque para nadie es un secreto que la comida es el talón de Aquiles del ciudadano común. Ese que mira con recelo una bolita de helado (no siempre esférica y consistente) que antes costaba alrededor de 1 cup y ahora cuesta entre 8 y 9 cup. ¡Si al menos fuera más grande!

Yo no tengo familia en el extranjero, soy solo una periodista cubana que vive alquilada con su esposo e hijo pequeño. Provengo de una prole humilde. Sé muy bien del sudor y las limitaciones económicas.

Amo a mi país, me emociono al leer los libros de historia de Cuba, lloro con los versos de Raúl Gómez García (El Poeta de la Generación del Centenario), siento en mi epidermis las cuencas vacías de Abel y el asesinato de Mella por la tiranía machadista. No soy de las que cita a Martí solo para quedar bien, soy de los que piensa que “las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá dentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil para los demás”.

Por eso escribí estas líneas, para alertar, los precios no pueden subir más allá de lo permisible. Debemos trabajar más y mejor, eso está claro; echar a andar la maquinaria de la economía, coincidimos; pero “a río revuelto, ganancia de pescadores”. La Revolución somos todos, “hay que cambiar lo que debe ser cambiado”, como dijo Fidel, pero cuidado, las malas interpretaciones de lo orientaciones a nivel de país pueden dar al traste con las buenas intenciones.

Las autoridades competentes tomen las riendas; el descontento popular es venenoso. Especialmente el cubano de a pie lo agradecería. Las Tunas, mi tierra querida, las espinas son para la Opuntia; yo me quedo con las flores y, si es posible, con los frutos.




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