Ruido, basura y vandalismo hunden la vida diaria en Las Tunas... ¡sin control ni sanciones!
Redacción de CubitaNOW ~ domingo 21 de septiembre de 2025

Las Tunas vive una crisis de convivencia que sus pobladores describen como insoportable. Entre la música ensordecedora, los microvertederos, el vandalismo y la ausencia de sanciones, el panorama cotidiano refleja un deterioro social que amenaza con convertirse en la “nueva normalidad” para las generaciones más jóvenes.
De acuerdo con una encuesta publicada en la prensa local, más del 70% de los tuneros consideran que la música a todo volumen es la principal molestia. Se trata de motorinas, bicitaxis y casas particulares que convierten las calles en discotecas improvisadas, con reguetón tronando a cualquier hora, especialmente en noches de apagones.
Lo que para algunos es “diversión”, para la mayoría se traduce en estrés, insomnio y pérdida de tranquilidad.
El manejo de los desechos sólidos es otra de las quejas más repetidas. Un 81% de los encuestados denunció la proliferación de microvertederos y la acumulación de escombros en plena vía pública.
En no pocos casos, se usan restos de demolición para tapar baches, mientras otros optan por quemar basura en las esquinas, afectando la salud de todos. La imagen de una ciudad antes considerada limpia se ha transformado en un escenario de abandono.
El vandalismo agrava la situación: daños a escuelas, hospitales y ómnibus estatales son cada vez más comunes. A ello se suman peleas en colas, consumo de alcohol en espacios públicos y escenas indignantes de personas orinando o defecando en plena calle.
Para los vecinos, esto no solo refleja la pérdida de pudor, sino también la erosión del respeto mínimo entre ciudadanos.
Lo que más irrita a la población no es solo la indisciplina, sino la sensación de impunidad. Los tuneros aseguran que acuden a delegados, llaman a la Policía y responden encuestas oficiales, pero rara vez ven resultados. La falta de respuesta alimenta la frustración y la certeza de que “todo está permitido” porque nadie pone límites.
Aunque muchos reconocen que la educación familiar juega un papel clave, insisten en que la responsabilidad de aplicar la ley recae en el Estado. “No se trata solo de hablar del problema, sino de enfrentarlo de verdad”, afirman.
La advertencia de la ciudadanía es clara: la degradación social se multiplica y corre el riesgo de instalarse como norma en la vida diaria. Mientras tanto, la pasividad institucional y la impunidad continúan marcando el rostro más visible de la crisis en Las Tunas.