Un nuevo apagón volvió a exponer el deterioro progresivo de la infraestructura cubana, esta vez en uno de los puntos más sensibles del país: la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana. El incidente ocurrió recientemente y quedó registrado en un video compartido en redes sociales por el músico Saúl Manuel.

Las imágenes muestran a decenas de pasajeros desconcertados, algunos sin poder avanzar en sus trámites de embarque, mientras la terminal considerada la más importante del país permanecía a oscuras durante un periodo significativo. Aunque no se escuchan explicaciones oficiales en el video, los propios viajeros comentan entre sí el apagón, evidenciando que el hecho no fue breve ni puntual.

Los frecuentes apagones en Cuba, incluso en instalaciones críticas como aeropuertos, hospitales y centros estratégicos, se deben a una combinación de factores que el gobierno evita reconocer:

Un sistema eléctrico obsoleto, con termoeléctricas envejecidas y sin mantenimiento real durante décadas.

Falta de inversión, en parte por mala gestión estatal y en parte por desvío de recursos hacia sectores políticos más prioritarios para el régimen.

Dependencia tecnológica extrema, sin piezas de repuesto y sin infraestructura adecuada para la demanda actual.

Colapso financiero, que impide compras urgentes de combustible, equipamiento y tecnología.

En países normales, aeropuertos internacionales cuentan con sistemas de respaldo robustos que impiden quedar totalmente a oscuras. En Cuba, ni eso está garantizado.

Este episodio es más que un apagón: es una señal de lo que muchos cubanos ya temen.

Si la principal terminal aérea del país la puerta de entrada y salida de millones se queda a oscuras, ¿qué puede esperar el ciudadano común?

La precariedad del sistema eléctrico y el abandono estructural anuncian un futuro incierto: más fallas, más apagones, más deterioro, y un éxodo creciente de cubanos que ya entienden que el país no ofrece seguridad ni estabilidad ni siquiera en sus espacios más estratégicos.

La escena captada resume lo que vive hoy la isla: un país en penumbras, literal y simbólicamente, mientras quienes gobiernan evaden responsabilidades y prometen soluciones que jamás llegan.

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