Estar en estas fiestas sin la presencia de los seres queridos es un dolor que no se puede medir con palabras, y para más de mil presos políticos en Cuba, esta realidad es cotidiana. Mientras millones de familias en el mundo celebran la Navidad y el Año Nuevo con abrazos, sonrisas y mesas llenas, en Cuba la situación es completamente diferente: madres, padres, hijos y parejas viven la ausencia de quienes han sido encarcelados por pensar distinto, por ejercer su derecho a opinar, por exigir un país justo. Los presos políticos cubanos permanecen entre muros que separan, en entornos marcados por la violencia, las enfermedades y la constante incertidumbre.

La cifra de más de mil personas detenidas por motivos políticos no solo refleja un fenómeno penitenciario, sino un problema social de gran magnitud. Cada persona encarcelada representa familias fracturadas, hogares incompletos y comunidades que sienten el peso del miedo y la represión. Estas fechas, que deberían ser de unión y esperanza, se transforman en momentos de dolor y angustia para quienes ven a sus seres queridos privados de libertad. La Navidad, lejos de ser un tiempo de celebración, se convierte en un recordatorio de la injusticia y del control absoluto que ejerce el régimen sobre la vida de sus ciudadanos.

Organizaciones como Alas Tensas y la Mesa de Diálogo de la Juventud Cubana trabajan incansablemente para visibilizar la situación de los presos políticos y acompañar a sus familias. A través de perfiles y reportajes, muestran historias de coraje, resistencia y sufrimiento, recordando al mundo que detrás de cada número hay una vida, una familia y un futuro truncado. Estos esfuerzos buscan mantener viva la esperanza de un país donde los derechos humanos sean respetados y donde la ciudadanía pueda ejercer su libertad sin temor a represalias.

La lucha por la libertad en Cuba no es solo la de quienes están tras las rejas, sino también de quienes permanecen en casa, esperando noticias, defendiendo la dignidad de sus familiares y denunciando la injusticia. En estas fiestas, mientras algunos celebran, otros recuerdan que la democracia y la justicia aún son metas por alcanzar. La visibilidad, la denuncia y el apoyo son esenciales para que los presos políticos y sus familias no se sientan olvidados. La esperanza de una Cuba libre se sostiene en la solidaridad, en la voz de quienes insisten en que ningún cubano debería ser castigado por pensar diferente.

Fuente: Alas Tensas

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