La situación del preso político cubano Roberto Pérez Fonseca, condenado a 10 años de prisión por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021 (11J), ha generado una creciente ola de preocupación dentro y fuera de la isla. La denuncia reciente del opositor Librado Linares ha arrojado nueva luz sobre las condiciones críticas de salud del prisionero y el abandono deliberado por parte de las autoridades penitenciarias.

Según Linares, Pérez Fonseca sufre fuertes dolores estomacales y sangrado intestinal, síntomas que, de acuerdo con familiares, se han agravado con el paso de los días.

A pesar de la gravedad de su estado, no ha recibido atención médica adecuada dentro del penal. “La jefatura del penal y el Departamento de la Seguridad del Estado (DSE) tienen conocimiento de la gravedad del caso pero no hacen nada”, denunció Linares en redes sociales. Además, señaló que los medicamentos necesarios son costeados íntegramente por su familia, en un contexto donde el sistema penitenciario no garantiza siquiera lo mínimo para preservar la salud de los reclusos.

La madre del prisionero, Lisset Fonseca, ha sido una figura constante en la lucha por los derechos de su hijo. Desde su detención en 2021, ha alzado su voz en numerosas ocasiones para denunciar abusos, negligencia y castigos arbitrarios.

Esta vez, se trasladó hasta la prisión de acogida ubicada en Quivicán, provincia de Mayabeque, con el objetivo de exigir personalmente atención médica para Roberto.

Sin embargo, desde su visita al penal no se tiene información precisa sobre su paradero, lo que ha encendido las alarmas entre familiares, activistas y defensores de derechos humanos.

Numerosos perfiles en redes sociales han comenzado a difundir la preocupación por Lisset, temiendo que haya sido detenida, amenazada o aislada como represalia por sus denuncias públicas. La posibilidad de que el régimen actúe contra una madre que exige el derecho básico a la salud para su hijo ha generado una ola de indignación.

El silencio de las autoridades y el deterioro de la situación de Roberto revelan una vez más la desprotección extrema que enfrentan los presos políticos en Cuba.

La denuncia de Librado Linares exige una respuesta inmediata de la comunidad internacional y un acto de solidaridad con una madre cubana que se niega a callar.

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