Las viejas sospechas sobre los vínculos entre la cúpula del poder cubano y el narcotráfico internacional volvieron a cobrar fuerza tras las recientes declaraciones de Carlos Lehder, exintegrante del cartel de Medellín, quien aseguró haber sido testigo directo de los intentos del régimen de Fidel y Raúl Castro por involucrarse en el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos.

En una entrevista concedida al pódcast Más allá del silencio, el colombo-alemán relató episodios que, según afirma, ya había documentado en su libro Vida y muerte del cartel de Medellín, pero que ahora expuso con mayor detalle. Lehder sostuvo que, a inicios de los años ochenta, la dictadura cubana buscaba crear su propia estructura de narcotráfico, utilizando su posición geográfica y sus recursos estatales.

Según su testimonio, todo comenzó cuando, mientras se encontraba en Las Bahamas, recibió una invitación para viajar a Cuba a través de una médica. Dos meses después, voló desde Colombia a La Habana con autorización directa de las autoridades cubanas. “Yo no sabía realmente qué querían”, explicó, hasta que en 1981 se reunió con Tony de la Guardia, entonces coronel del Ministerio del Interior, posteriormente fusilado por el propio régimen bajo acusaciones de narcotráfico.

Lehder asegura que en esos encuentros quedó claro el interés de La Habana: establecer una ruta de tráfico de cocaína y aprender directamente de los carteles colombianos. El objetivo, según él, no era solo facilitar el paso de la droga, sino controlar el negocio y canalizar las ganancias a través de bancos cubanos. “Eso me pareció absurdo”, afirmó, al considerar inviable que el dinero pasara por un sistema financiero estatal bajo vigilancia internacional.

El exnarcotraficante relató que los emisarios del régimen le ofrecieron incluso una isla como punto de apoyo logístico para el traslado de la cocaína. Sin embargo, explicó que el cartel de Medellín ya controlaba otras rutas y territorios, por lo que no existía un interés real en aceptar la propuesta cubana, salvo algunas reservas dentro del grupo, incluido Pablo Escobar.

Tras regresar a Colombia, Lehder informó a Escobar, a Gustavo Gaviria y a Gonzalo Rodríguez Gacha sobre el acercamiento. Aunque algunos mostraron curiosidad, la idea de someter el negocio al control de un Estado comunista generó desconfianza. Lehder afirmó que él personalmente se negó a cualquier colaboración con el régimen cubano, aunque aseguró estar convencido de que Escobar sí mantuvo contactos posteriores.

Uno de los momentos más delicados de su relato fue el encuentro con Raúl Castro, que, según Lehder, confirmó que cualquier negociación contaba con el aval de la máxima jerarquía del poder. El exnarco describió la reunión como breve y fría, celebrada en una instalación militar. “Era evidente que todo venía desde arriba”, aseguró, dejando claro que no se trataba de iniciativas aisladas de oficiales intermedios.

Lehder también afirmó que el precio propuesto por el régimen era de mil dólares por kilo de cocaína, que el término clave para hablar del negocio era “canela” y que la ruta era tan evidente que, a su juicio, Estados Unidos estaba al tanto desde el inicio. Según su versión, cuando la presión internacional aumentó, el régimen optó por sacrificar a algunos de sus propios oficiales, incluidos De la Guardia y otros militares, para proteger a la cúpula política.

“Yo no conocí a Ochoa, solo a Raúl Castro y a Tony de la Guardia”, precisó Lehder, quien sostuvo que los fusilamientos posteriores fueron parte de una estrategia para desviar responsabilidades.

Las declaraciones del exnarcotraficante reavivan un capítulo oscuro de la historia reciente de Cuba, en el que la lucha oficial contra el narcotráfico contrasta con los testimonios que apuntan a un uso oportunista del crimen organizado como fuente de ingresos y herramienta política. Aunque el régimen siempre ha negado estas acusaciones, relatos como el de Lehder siguen alimentando dudas que, décadas después, permanecen sin una investigación independiente y transparente.

(Con información de Infobae)

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