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Las frases que forjaron el poder: consignas del gobierno cubano bajo la lupa (VIII) “La revolución energética es la revolución dentro de la Revolución”

Redacción de CubitaNOW ~ jueves 2 de octubre de 2025

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El estornudo

Esta frase condensa una de las mejores maneras en que el poder en Cuba ha usado el lenguaje como instrumento de supervivencia Esta fue pronunciada y repetida a inicios del siglo XXI: “La revolución energética es la revolución dentro de la Revolución”. Con ella, se buscó no solo nombrar un plan de medidas técnicas, sino elevarlo al rango de epopeya política. En medio de apagones, crisis de combustible y una infraestructura eléctrica agonizante, el gobierno presentó la consigna como si se tratara de una segunda emancipación.

El término “revolución” fue multiplicado hasta el exceso. Lo que en esencia era un programa de sustitución de equipos, instalación de grupos electrógenos y llamados al ahorro eléctrico, se vistió con ropajes heroicos. La lámpara fluorescente se convirtió en símbolo de resistencia; el ventilador chino en aliado estratégico; el kilowatt ahorrado en un acto de fidelidad ideológica. En esa semántica, la vida cotidiana del ciudadano se subordinaba al relato político: cada bombillo cambiado era una victoria, cada apagón vencido un sacrificio patriótico.

Sin embargo, la frase no resistió la prueba del tiempo. Aquella llamada “revolución energética” no fue en realidad un salto cualitativo hacia la modernidad ni un viraje hacia las energías limpias. Fue más bien un plan de emergencia, sostenido con importaciones costosas y soluciones transitorias que nunca enfrentaron la raíz del problema: la dependencia estructural del petróleo y la falta de inversión tecnológica sostenida.

Dos décadas más tarde, el país está atrapado en el mismo círculo vicioso de apagones y precariedad. Las plantas generadoras están obsoletas, los grupos electrógenos instalados en aquel entonces se convirtieron en chatarra, y la llamada cultura del ahorro no ha impedido que la crisis se reproduzca. La frase que en su momento buscó insuflar confianza ha terminado convertida en un recordatorio del fracaso.

En rigor, aquella consigna fue más eficaz en el plano simbólico que en el práctico. Fue una manera de movilizar la conciencia ciudadana hacia la idea de que “se estaba haciendo algo”, cuando en realidad se estaba improvisando. Fue también una maniobra discursiva para reafirmar que la Revolución tenía todavía capacidad de reinventarse.

Hoy, bajo la lupa, se revela lo contrario: la “revolución dentro de la Revolución” fue un espejismo, un giro retórico para mantener la legitimidad en tiempos de penumbra. El apagón que prometía ser derrotado, ha terminado derrotando al propio discurso.


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