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Las frases que forjaron el poder: consignas del gobierno cubano bajo la lupa (Capítulo V) “¡Hasta la última gota de sangre!”

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 26 de septiembre de 2025

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En la historia del poder en Cuba, esta ha sido una de las frases más reiteradas y más cargada de dramatismo como aquellas que invocan la entrega total, incluso de la vida misma, a una causa política. “¡Hasta la última gota de sangre!” fue un grito convertido en recurso discursivo para acallar dudas, imponer lealtades y moldear generaciones enteras bajo la noción de que no hay límite en la obediencia cuando se trata de servir a la Revolución. 

La frase en sí misma es un monumento al sacrificio forzado. No es una consigna que convoque a construir, a crear o a prosperar; convoca a inmolarse, a convertir la existencia en un instrumento de lucha permanente. Bajo ese ideal, el ciudadano dejó de ser sujeto de derechos para convertirse en soldado ideológico. La vida se supedita al poder, y la muerte, glorificada, se convierte en un arma más del discurso oficial. 

Esta retórica funcionó como un escudo ante cualquier crítica. ¿Cómo cuestionar un proyecto que se alimenta de héroes, mártires y caídos? ¿Cómo rebelarse cuando desde la escuela, las marchas y los medios, se repite que la verdadera virtud está en darlo todo, literalmente todo, sin reclamar nada a cambio? La manipulación psicológica es evidente: la patria se confunde con el poder, y el sacrificio se convierte en una prueba de fidelidad absoluta. 

En un país marcado por carencias materiales y crisis constantes, este tipo de frase ha servido para desplazar las culpas. No es que falte comida, electricidad o transporte: es que “hay que resistir hasta el final”. No es que la administración sea ineficiente: es que “cada generación tiene su batalla”. Y así, la gota de sangre deja de ser metáfora y se transforma en la justificación de un dolor que se prolonga en el tiempo. 

La historia demuestra que ninguna sociedad puede sostenerse indefinidamente sobre la base del sacrificio sin recompensa. Pero en Cuba, el poder ha encontrado en frases como esta una fórmula de control emocional y político que sustituye el presente con la promesa de un futuro que nunca llega.


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