La eurodiputada española Irene Montero volvió a desatar la polémica en el Parlamento Europeo tras defender públicamente al régimen cubano, al que exculpó de la grave crisis económica, política y social que atraviesa la Isla.

Durante su intervención, Montero atribuyó la situación en Cuba exclusivamente al embargo estadounidense, ignorando deliberadamente más de seis décadas de represión, miseria estructural y violaciones sistemáticas de derechos humanos por parte del castrismo.

Irene Montero, exministra de Igualdad del Gobierno de España y una de las figuras más destacadas de Podemos —una formación de extrema izquierda— ha sido una defensora histórica de gobiernos autoritarios en América Latina.

Su afinidad ideológica con el régimen cubano no es nueva: ha visitado La Habana en varias ocasiones y ha sido recibida por miembros de la cúpula del poder, incluidos representantes del Partido Comunista de Cuba. En sus viajes, ha evitado reunirse con la oposición democrática cubana o con organizaciones de derechos humanos, priorizando siempre el diálogo con figuras del oficialismo.

Lejos de posicionarse del lado de los miles de presos políticos, periodistas independientes perseguidos o jóvenes manifestantes encarcelados por exigir libertad, Montero ha optado por respaldar el discurso oficialista cubano, justificando las carencias básicas y la represión como consecuencia del bloqueo, sin mencionar la corrupción estructural, el control absoluto del Estado sobre la economía o la brutal represión de cualquier forma de disidencia.

Este apoyo incondicional a una dictadura que ha destruido la libertad de expresión y sumido al país en una crisis humanitaria permanente plantea una pregunta fundamental: ¿por qué Europa sigue permitiendo que sus instituciones se utilicen para legitimar regímenes totalitarios?

Mientras el pueblo cubano arriesga su vida por exigir democracia y derechos fundamentales, Irene Montero prefiere proteger a sus aliados ideológicos, aunque eso signifique silenciar el sufrimiento de millones.

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