La imagen habla por sí sola. El coronel del cuerpo de bomberos, captado durante el incendio en la fábrica de cerveza del Cotorro, proyecta todo lo contrario a lo que se espera de un líder en una situación de emergencia.

u extrema obesidad lo coloca, a simple vista, en una condición física evidentemente inadecuada para participar activamente en el combate al fuego, hombro con hombro junto a sus subordinados.

Este no es, ni remotamente, el ejemplo que deben seguir nuestros bomberos, quienes diariamente arriesgan su vida, bajo condiciones extremas, para proteger a la población. Resulta insultante que quienes deberían encabezar con disciplina y entrega, exhiban una falta de preparación que roza el desprecio por la institución que representan.

Si de justicia se tratara, este coronel debería estar sometido a un régimen de entrenamiento y disciplina física: cinco kilómetros de carrera diaria, 200 planchas, 100 abdominales y, por supuesto, una dieta que se asemeje más a la del cubano promedio que no a la de un privilegiado del poder.

Este caso es solo una muestra más de lo que podríamos llamar la "gordocracia": una clase dirigente que predica resistencia creativa, confianza y austeridad, mientras ellos mismos no son capaces de liderar con el ejemplo. Nos exigen sacrificios desde cómodos sillones, nos piden fe mientras su imagen transmite desprecio por el compromiso real.

El siniestro ocurrido en la fábrica de cerveza del Cotorro fue finalmente controlado tras varias horas de arduo trabajo por parte de los bomberos. Afortunadamente, no se reportaron víctimas fatales, aunque los daños materiales fueron considerables. Las imágenes captadas durante el evento —especialmente las que muestran al citado coronel— han circulado ampliamente en redes sociales, generando más indignación que los discursos oficiales de siempre.

A veces una foto dice más que cien palabras. Y esta, sin dudas, hiere más que cualquier discurso de los llamados "odiadores".

Cesáreo Navas y Morlanes

Sábado, 12 de abril de 2025

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