La violencia en Cuba se cobró una nueva víctima. El ciudadano Juan Carlos Hernández Báez fue asesinado en la ciudad de Bayamo, según una publicación realizada en el perfil de Facebook Nio Reportando un Crimen.

De acuerdo con el reporte, Hernández Báez fue atacado para robarle su bicitaxi y otras pertenencias personales.

El crimen no solo conmocionó a su familia y amigos, quienes exigen justicia, sino que también reavivó el debate sobre la inseguridad en la isla y la inacción de las autoridades.

La publicación denuncia que, hasta el momento, la policía no ha logrado detener a los responsables, quienes continúan en libertad, lo que aumenta la indignación de la comunidad.

Vecinos de Bayamo aseguran que el clima de inseguridad se ha intensificado en los últimos meses, con un aumento de robos, asaltos y ataques violentos.

La muerte de Hernández Báez no es un hecho aislado. En distintas provincias del país se han reportado en lo que va de 2025 asaltos armados, asesinatos por robo de motorinas, violencia en barrios y ataques contra trabajadores del transporte particular, un sector especialmente vulnerable ante la crisis.

En La Habana, por ejemplo, se han documentado casos de asaltos a motoristas en plena vía pública; en Camagüey y Holguín, varios trabajadores por cuenta propia han denunciado atracos violentos. Estos episodios se suman a una realidad marcada por la impunidad: en muchos casos, los agresores no son capturados o reciben sanciones leves, lo que alimenta la percepción de que el sistema judicial protege más a los victimarios que a las víctimas.

Especialistas coinciden en que el repunte de la violencia está vinculado con la crisis económica, la escasez de alimentos y medicinas, el mercado negro de bienes robados y la desesperación de sectores marginados que ven en el delito una salida inmediata. La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades refuerza la sensación de desprotección ciudadana.

Familiares y amigos de Juan Carlos Hernández Báez exigen que se capture a los culpables y que su caso no quede en la impunidad.

Para ellos, su muerte no es solo una tragedia personal, sino la prueba de que la violencia en Cuba está fuera de control

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