¡Eso con Venezuela no va!. Maduro reta a EE.UU. y denuncia la ´mayor amenaza en 100 años'
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 1 de septiembre de 2025

En una nueva puesta en escena digna de una tragicomedia política, Nicolás Maduro volvió a hacer gala de su talento para el drama y la exageración. Esta vez, en una rueda de prensa nacional e internacional, aseguró que Venezuela enfrenta “la mayor amenaza en cien años”, refiriéndose al despliegue militar de EE.UU. en el Caribe.
Entre cifras infladas y advertencias altisonantes, el dictador pintó un escenario apocalíptico: ocho barcos, 1,200 misiles y un submarino nuclear supuestamente apuntando directamente a Caracas. Una amenaza “extravagante y sangrienta”, según sus propias palabras.
Lo cierto es que detrás del espectáculo hay una estrategia clara: victimizarse para agitar el nacionalismo y justificar el estado de excepción permanente en el que vive el país. La narrativa de “máxima presión” por parte de Washington, respondida por una supuesta “máxima preparación” del régimen, no es más que otro capítulo del guion chavista que lleva años explotando el fantasma del enemigo externo.
Maduro no solo exagera, sino que recurre al ridículo. Relató con sorna cómo el diplomático estadounidense John McNamara “se derritió” al hablar con él. Una imagen casi caricaturesca, con la que el mandatario pretende proyectar poder y dignidad ante un interlocutor extranjero. Incluso lanzó una advertencia directa a Donald Trump, advirtiéndole que tenga “cuidado con Marco Rubio”, como si sus palabras tuvieran peso real en la geopolítica de Washington.
Mientras tanto, pide a la CELAC una condena firme al despliegue estadounidense, mientras sus propios opositores lo acusan de “llorar” ante la comunidad internacional. En lugar de un líder firme, Maduro se muestra como un bufón enfadado, que oscila entre la amenaza y la súplica, entre la fanfarronería y el miedo.
El despliegue militar estadounidense sirve a Maduro para desviar la atención de la crisis interna. Sin electricidad estable, sin gasolina suficiente, sin alimentos ni medicinas, el venezolano de a pie tiene poco tiempo para pensar en misiles nucleares que jamás ha visto. Pero sí debe soportar, día tras día, las bufonadas de un régimen que convirtió el poder en un espectáculo grotesco.
Lo trágico no es el show, sino que aún hay quien aplaude. Y en ese teatro del absurdo, el dictador se siente cómodo.