En 2024, el turismo en República Dominicana alcanzó un nuevo récord histórico al superar los 11 millones de visitantes, consolidándose como líder indiscutible en la región. En contraste, Cuba apenas recibirá algo más de 2 millones de turistas este año, una cifra que pone de manifiesto las profundas diferencias entre ambos destinos caribeños.

República Dominicana ha sabido posicionarse como un destino preferido para turistas de todo el mundo, gracias a su estabilidad política, infraestructura turística de primer nivel y una oferta variada que incluye playas paradisíacas, resorts de lujo, actividades culturales y ecoturismo. Este año, el turismo dominicano generó 26.000 millones de dólares, representando cerca del 20 % del Producto Interno Bruto (PIB) y creando casi un millón de empleos directos e indirectos.

El compromiso del gobierno dominicano con el sector se refleja en políticas claras que fomentan la inversión extranjera, facilitan los trámites para los visitantes y garantizan servicios de calidad. Además, eventos como la recepción del turista número 11 millones en el aeropuerto de Punta Cana no solo celebran el éxito, sino que refuerzan la imagen positiva del país en el mercado internacional.

Mientras tanto, el turismo en Cuba enfrenta obstáculos insuperables bajo la gestión de un sistema político y económico que reprime su desarrollo. La isla, que en décadas pasadas fue un destino icónico del Caribe, ha caído en un estado deplorable que ahuyenta a los visitantes.

Las infraestructuras hoteleras en Cuba están deterioradas, la oferta alimentaria en muchos resorts es limitada tanto en variedad como en cantidad, y los servicios dejan mucho que desear. Los frecuentes apagones y la crisis económica generalizada no solo afectan la vida cotidiana de los cubanos, sino que también impactan negativamente en la experiencia de los turistas.

Además, la falta de libertades económicas limita la capacidad de emprendimiento en el sector turístico. Los estrictos controles gubernamentales dificultan las inversiones extranjeras y la competencia, elementos esenciales para mejorar la calidad y diversidad de los servicios ofrecidos.

Si Cuba desea competir con República Dominicana en el ámbito turístico, es imprescindible que su gobierno abandone las políticas que frenan el desarrollo del sector. Esto implica permitir mayores libertades económicas, incentivar la inversión extranjera, garantizar servicios básicos como electricidad y alimentación, y modernizar sus infraestructuras.

El éxito dominicano demuestra que el turismo puede ser un motor clave para el desarrollo económico. Cuba, con sus playas, cultura e historia únicas, tiene el potencial para volver a ser un destino atractivo, pero solo si su gobierno toma medidas decisivas para superar las limitaciones actuales.

Mientras tanto, República Dominicana continúa brillando como ejemplo de cómo el turismo puede transformar una nación, mientras Cuba sigue rezagada, atrapada en un sistema que ahoga su propio potencial.

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