El único camino es cambiar un sistema capaz de tal acto de crueldad
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 5 de mayo de 2025

Zoila Esther Chávez ha fallecido, y con ella se ha consumado uno de los actos más infames que puede cometer un poder político: impedir el último adiós entre una madre y su hijo.
El Estado cubano ha cumplido su promesa cruel y vergonzosa de no permitir que el escritor y preso político José Gabriel Barrenechea pudiera despedirse de su madre, ni siquiera en el lecho de muerte. Lo ha hecho con frialdad, con desprecio, como lo haría quien ya no tiene humanidad que perder.
Una semana antes del Día de las Madres, el régimen ha sellado una página más de dolor en nuestra historia reciente.
Lo ha hecho dejando morir en pena a una madre que jamás cometió delito alguno, salvo amar profundamente a su hijo. Zoila preguntaba, lloraba, suplicaba: “¿Pero qué ha hecho mi hijo?” Y su hijo no mató, no robó, no hirió.
Solo pensó, escribió, marchó con dignidad, aspiró a una Cuba más justa. Por eso fue castigado. Por eso se le negó el consuelo último y sagrado del encuentro con su madre.
Esta historia, publicada y denunciada con firmeza por CubaXCuba – Laboratorio de Pensamiento, nos muestra una vez más el rostro real de un régimen que castiga el pensamiento, que teme la dignidad, que se ensaña con los vínculos más humanos.
En lugar de mostrar piedad o respeto por el dolor de una madre moribunda, eligió la crueldad. En lugar de permitir un gesto de humanidad, eligió el castigo. Esto no es fortaleza: es la señal de un sistema que se descompone y que solo puede sostenerse sobre el dolor ajeno.
No podremos decir “descanse en paz”, porque no la dejaron. Porque el alma de Zoila se fue rota, sin el calor de la mano de su hijo, sin la mirada que pudiera haberle dado serenidad.
Pero sí podemos y debemos decir que su muerte nos compromete. Que esta tragedia no puede ser en vano. Que el único camino es cambiar un sistema capaz de tal acto de desmesurada crueldad.
Y debemos hacerlo sin perder lo que ellos han perdido: la capacidad de amar, de respetar, de llorar con los otros.
El reto es vencer siendo mejores. Más humanos. Más íntegros. Más firmes. Más compasivos. Frente a quienes decidieron no ceder ni siquiera ante el amor materno —algo sagrado en toda cultura y en todo tiempo— debemos levantar una Cuba nueva, donde ningún hijo tenga que temer que el Estado le arrebate el derecho a acompañar a su madre en la muerte.
Mi pésame más sentido a José Gabriel Barrenechea. No puedo imaginar su dolor, ni su impotencia. Pero le aseguro que Zoila no será olvidada. Su memoria vivirá como símbolo del amor materno y del precio que muchos en Cuba han debido pagar por querer vivir con dignidad.
Que la vergüenza caiga sobre los verdugos. Y que llegue la Justicia. Porque llegará.
Crédito: CubaXCuba – Laboratorio de Pensamiento y Alina Barbara López Hernández.