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Autoridades cubanas admiten que no pueden fumigar masivamente en plena crisis de chikungunya

Redacción de CubitaNOW ~ martes 25 de noviembre de 2025

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El gobierno cubano terminó reconociendo en televisión nacional lo que la población lleva meses viviendo: el Estado no tiene combustible, insecticidas ni máquinas en condiciones para fumigar como antes, y por eso ya no puede realizar campañas masivas contra el mosquito. Una admisión dura en plena crisis de chikungunya, que se expande por casi todo el país mientras las autoridades intentan poner parches sin recursos ni estrategia real.

La confesión salió en el programa Buenos Días, donde la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña García, explicó que ya no existe capacidad para cubrir todo el territorio como en las grandes campañas de 2017 y 2018, cuando el zika estaba descontrolado. “No le van a llegar al universo”, dijo, en referencia a las limitaciones que impiden operar a gran escala contra el dengue, el zika y la chikungunya.

El deterioro no solo es de insumos. Las máquinas fumigadoras, tras años de explotación, están obsoletas y apenas funcionan. Según la viceministra, ni siquiera los operarios pueden avanzar como deberían porque los equipos están destrozados, reflejo de un Estado que lleva décadas trabajando con lo que queda, sin inversión real y con resultados cada vez más trágicos.

Peña confirmó que Cuba mantiene transmisión activa de dengue y chikungunya en casi todas las provincias, salvo Isla de la Juventud y Mayabeque, aunque allí también se han detectado casos. Los números oficiales son alarmantes: más de 39 mil síndromes febriles en una semana, 7,700 nuevos casos sospechosos de chikungunya —más del doble que la semana previa— y 137 PCR positivos, cifras que siguen creciendo.

Ante este panorama, la fumigación se limita a zonas puntuales, manzanas específicas donde los contagios ya son evidentes. La Habana, Santiago de Cuba y Granma apenas pudieron acercarse al 90 % de lo programado, considerado “lo mejor” que se logró. Del resto del país ni se dieron cifras.

A pesar del caos sanitario, el régimen insiste en culpar a la población, repitiendo el discurso de que el problema está en los patios y tanques de agua, sin ofrecer soluciones estructurales a una epidemia que desbordó cualquier capacidad real del sistema de salud.

La admisión pública llega en el pico del año, con hospitales abarrotados y más de un centenar de pacientes graves y críticos cada semana, muchos de ellos niños. El país está atrapado en una crisis epidemiológica severa, donde el mosquito avanza sin freno porque el Estado está sin recursos, sin respuestas y sin un plan que funcione.

En una Cuba donde hasta la fumigación, símbolo histórico de la salud pública revolucionaria, se ha venido abajo, la realidad es clara: el régimen ya no tiene herramientas para enfrentar la epidemia, y el mosquito está ganando la batalla.


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