En un movimiento significativo, Rusia ha iniciado conversaciones con La Habana para la construcción de una refinería de petróleo en Cuba. Esta información fue revelada por la agencia de noticias TASS, citando a Alexander Babakov, un alto legislador ruso. La propuesta fue discutida durante la visita de una delegación de legisladores rusos, encabezada por el presidente de la Duma Estatal, Vyacheslav Volodin.
Babakov destacó la lógica detrás de esta iniciativa, señalando que, dado que Cuba posee crudo, resulta más eficiente y beneficioso producir productos derivados del petróleo en la isla en lugar de importarlos. "Las mayores compañías rusas podrían participar en este proyecto", agregó, subrayando el interés de Rusia en involucrar a sus principales empresas en la construcción de la refinería.
La relación entre Rusia y Cuba es de larga data y se remonta a la revolución cubana de 1959, cuando la Unión Soviética se convirtió en el principal aliado económico y militar de la isla. A lo largo de los años, los lazos entre ambos países han tenido altibajos, pero siempre han mantenido una conexión cercana. Recientemente, en marzo de este año, Rusia reanudó el suministro de crudo a Cuba tras una interrupción de un año, lo que indica un renovado interés en fortalecer las relaciones bilaterales.
En el contexto actual, la construcción de una refinería en Cuba podría ser una solución a los problemas energéticos que enfrenta la isla. Venezuela ha sido tradicionalmente el principal proveedor de petróleo de Cuba, pero los envíos han disminuido significativamente en los últimos años debido a la crisis económica y política en ese país. El año pasado, México también exportó cantidades significativas de petróleo a Cuba, pero este año no ha continuado con esos envíos.
La posible construcción de una refinería con la ayuda de Rusia podría reducir la dependencia de Cuba de las importaciones de productos petroleros y proporcionar una mayor estabilidad energética. Sin embargo, es importante considerar las implicaciones a largo plazo de este proyecto, tanto en términos económicos como políticos.
La participación de grandes compañías rusas sugiere que una parte significativa de los beneficios económicos del proyecto podría no quedarse en Cuba, perpetuando la dependencia económica de la isla. Además, el fortalecimiento de los lazos con Rusia puede tener implicaciones políticas, dado el contexto de críticas internas y externas que enfrenta el régimen cubano.
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