El crítico de Cine, Frank Padrón compartió una emotiva reflexión sobre el exilio.
El intelectual asegura que aunque no ha decidido salir de Cuba pero que comprende el dolor por haberlo sufrido muy de cerca en su familia, así comparte una imagen que freja el dolor del desarraigo.
“La estatua del emigrante, del escultor francés Bruno Catalano (1960) es un alegato vivo y desgarrador del vacío que acompaña a quienes por diversas razones tienen que abandonar su lugar de origen para vivir en otras tierras, por muy prósperas que sean, por muy bien que les vaya en ellas”, dice.
Padrón identifica a la migración como un vacío, como ausencia.
“El exilio es una herida, un pedazo que falta, un hueco que no se llena, tal como plasma el artista en esta pieza. Compadezco a los que deben pasar por esa amarga experiencia, muchos incluso sin desearlo, obligados por las circunstancias. La emigración es un mal cubano, latinoamericano, internacional, un dolor que permanece. Mi hermano, quien me hizo llegar la imagen, es una víctima de ese síntoma, aun cuando desde más de un punto de vista deba considerarse todo un winner”, escribe también el crítico.
Para el intelectual, salir de su tierra natal requiere una valentía que no todos tienen..
“No podría ser emigrante, no tengo madera, no ahora que soy un hombre maduro, ni cuando joven y pude serlo tantas veces, en tantos lugares”, advierte mientras recuerda palabras del escritor cubano Eliseo Diego: “no es por azar que nacemos en un sitio, sino para dar testimonio”. Bienaventurados los que también han podido darlo en otras tierras de acogida...aun con el hoyo de Catalano en sus almas, termina diciendo.
Su publicación fue aprovechada por otros cubanos para dejar sus propias ideas sobre cómo se siente dejar todo atrás y comenzar de nuevo en una tierra extraña.
Para Jose M. Arias “todos emigramos. De cuarto, de casa, de ciudad...y siempre nos deja una huella. Es por eso que muchos no son capaces de hacer la gran emigración, porque ya han dejado mucho en esas pequeñas migraciones y saben al sufrimiento que se exponen”.
El internauta Sandy Montes cuenta como le ha tocado experimentarlo “soy un emigrante, y, los años te van despojando de ese sentimiento de pertenencia, al final, sientes que casi cualquier lugar puede ser tu patria y ya no contemplas volver, uno se acostumbra a sentirse extranjero”.
Yane S De San Sebastián lo ve por etapas y asegura que es como cualquier tipo de duelo. Los que emigramos, las transitamos, las etapas... Pero al llegar a la última, ya no te duele y sigues, te entregas a tu nuevo país y cultura y cada vez, ves más distante tu país de origen y ya no sientes dolor ni contemplas ni te desespera volver. Es una forma de protegerte y de continuar adelante con la vida que te tocó y elegiste. Es mi caso, cubana, espirituana, de Yaguajay. Y ahora más mexicana que el mole y el guacamole. Pero cada quien lo vive y percibe distinto, dice.