Hace más de treinta horas que pasó Rafael pero de este huracán va a hablarse por mucho rato en la Mayor de las Antillas. Derrumbes, árboles caídos, techos arrancados e inundaciones constituyen el resultado del desastroso paso de este ciclón por el Occidente cubano, especialmente en Artemisa, provincia por la que entró el fenómeno atmosférico.
La playa Baracoa en Bauta, en Güira de Melena, Alquízar, en la propia ciudad capital, cosechas arrasadas, techos desprendidos parcial o totalmente, árboles arrancados de raíz.
Según cuenta un vecino de Alquízar, los campos están “completamente anegados, muchas personas perdieron sus techos que eran de materiales ligeros y la parte central del municipio tiene muchos árboles y ramas en el suelo; mi familia se refugió en la casa de unos familiares que tiene una vivienda más sólida, pero en medio del vendaval tuvimos que irnos a otro lugar porque el viento le arrancó la puerta trasera y una ventana por las que empezó a entrar mucha lluvia y fuertes ráfagas”.
Oryalis de Artemisa da cuenta de la pérdida total de sus cosechas de aguacates, mangos y cuanta hortaliza tenía sembrada. "La puerca se salió del corral pero parece que se asustó y regresó, sino la pierdo también. Esto ha sido horrible; mis hijos se miraban asustados, el viento era ensordecedor, los árboles arrancados de raíz. Los vecinos están iguales. Hoy el panorama era aterrador. Tanto trabajo por gusto. Pero, bueno, estamos vivos".
El medio local El Artemiseño compartió imágenes de viviendas con techos de zinc destrozados, calles inundadas, puertas arrancadas por el vendaval y varios postes del tendido eléctrico caídos o partidos.
También en Batabanó, Mayabeque, desde donde parten las embarcaciones que van y vienen a la Isla de la Juventud, las lluvias causaron inundaciones en varias zonas, entre ellas el Parque "Juventino Rosa", cuyos bancos se encontraban casi por completo sumergidos.
En Nuevo Vedado, La Habana, el huracán ha dejado numerosos árboles y ramas caídas en las calles, mientras que al interior de las viviendas los daños han consistido más en inundaciones provocadas por la entrada de lluvia, ventanales rotos y algunos objetos que volaron desde los techos. En una zona con numerosos edificios de más de diez plantas, los vecinos de los pisos altos han padecido especialmente las ráfagas de viento, que al paso del ciclón llegaron a ser intensas.
“En este edificio hay mucha gente mayor que vive sola”, explica un residente en un bloque de 18 plantas conocido popularmente como “el edificio de los pilotos” dado que sus apartamentos pertenecieron mayoritariamente, en sus inicios, a gente vinculada a la aeronáutica civil cubana. “Al lado de nuestra casa vive una señora de 81 años a la que el viento le zafó una ventana y le entró mucha agua a la casa; nosotros tuvimos que ayudarla a secar porque no tiene a nadie”.
En la calle Ayestarán, Cerro, la caída de un árbol arrasó con parte del tendido eléctrico, que se encontraba a ras de suelo, poniendo en peligro a los residentes en la zona. La basura acumulada que no llegó a recogerse antes del paso de Rafael también estaba dispersa en la calle.A todas ls desgracias provocadas por Rafael hay que agregar, la tupición de los tragantes, alcantarillados y la suciedad que impera en la Ciudad Maravilla.
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