La reciente decisión de ETECSA de limitar a 360 CUP mensuales las recargas móviles y priorizar los paquetes de datos en dólares ha generado una reacción sin precedentes en el portal oficialista Cubadebate.
Aunque el anuncio venía envuelto en retórica tecnocrática y promesas de supuestas mejoras en el servicio, para la ciudadanía resultó un detonante de frustración acumulada. Lo que debía parecer una actualización comercial fue interpretado por cientos de usuarios como una maniobra excluyente, diseñada para forzar la dolarización de un servicio vital como el acceso a internet.
“Vamos a ser serios. Esto no es una oferta, esto es un robo a mano armada. Otro ataque más a los que ya tienen bastante poco”, resumió un lector con amarga ironía. Como él, más de 1,300 personas dejaron sus comentarios en Cubadebate, muchas veces con un nivel de sarcasmo y descontento inusitado en un espacio habitualmente moderado por criterios ideológicos.
Las cifras lo dicen todo: un plan de 15 GB cuesta 11,760 CUP, muy por encima del salario mensual de un trabajador promedio, mientras que los paquetes más económicos solo se ofrecen en dólares, accesibles únicamente a quienes cuentan con divisas extranjeras o tarjetas internacionales.
"Lo que verdaderamente asombra no es la medida en sí, sino el lugar donde se está protestando: dentro del corazón digital del oficialismo. Cubadebate se convirtió —al menos momentáneamente— en un espejo de la rabia contenida que antes se refugiaba en redes sociales más independientes o diásporas digitales" denuncian internautas.
Uno de los cambios más polémicos es que, a partir de ahora, nadie podrá recargar más de 360 CUP por mes en su línea móvil. Esa cantidad es insuficiente incluso para adquirir el plan más básico, lo que en la práctica deja fuera del sistema a millones de cubanos. “Llegó la libreta de abastecimiento a ETECSA”, ironizó un comentarista. “Un plan extra supera el salario mínimo. Esto sí que es un logro de la Revolución”, añadió otro.
“Nos están desconectando a propósito. El que no tenga MLC, se queda fuera del mundo”, denunció alguien, reflejando el sentimiento generalizado de que estas políticas van más allá de lo técnico y afectan directamente derechos básicos como la comunicación.
La indignación, además, se expresó a través del humor: frases como “Recarga espiritual: incluye 100 bendiciones y 1 minuto de señal” o “ETECSA lanza su nuevo plan: el apagón móvil” circularon con fuerza. Pero detrás del chiste se percibe una profunda desesperanza, una sensación de abandono.
Lo más significativo es que esta protesta no viene de activistas opositores ni influencers del exilio: surge de voces anónimas, comunes, desde dentro del sistema. Y en un país donde el discurso oficial pretende representar al pueblo, cuando ese mismo pueblo empieza a responder con ira en los propios canales estatales, algo esencial se resquebraja. La grieta ya no puede ser maquillada: el malestar es real, palpable, y ha encontrado su camino incluso en los rincones más vigilados del aparato mediático.
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