A más de seis décadas de instaurado el sistema de libreta de abastecimiento en Cuba, los ciudadanos continúan siendo los únicos en el mundo que dependen de este arcaico y nefasto sistema de distribución. Consecuencia directa de la miseria provocada por el sistema político imperante, esta libreta representa la precariedad en la que vive el pueblo cubano.
El Ministerio del Comercio Interior (Mincin) informó recientemente que para el año 2025 se garantizará la confección y entrega de la libreta de abastecimiento a todos los núcleos familiares del país. Según detallaron en sus redes oficiales, las libretas ya están disponibles para su distribución en provincias como Pinar del Río, Mayabeque, Ciego de Ávila, Holguín, Santiago de Cuba y la Isla de la Juventud. Sin embargo, en otras regiones como Sancti Spíritus y Camagüey, el proceso enfrenta "mayores complejidades," y estas provincias aún no han recibido las nuevas libretas.
El Mincin asegura que esta situación no afectará la adquisición de los escasos productos normados en enero de 2025, permitiendo a las familias utilizar la libreta de 2024 para registrar las compras pendientes. No obstante, la realidad es que la "canasta básica," como eufemísticamente la llaman, cada vez incluye menos productos y, además, estos se distribuyen con largos meses de atraso.
Lejos de ser una solución temporal, la libreta de abastecimiento se ha perpetuado como un reflejo del fracaso económico del régimen cubano, que mantiene a su población atrapada en un sistema de racionamiento que debería haber desaparecido hace décadas. Este mecanismo no solo limita las opciones de los ciudadanos, sino que también simboliza la incapacidad del gobierno para garantizar un suministro adecuado de alimentos y bienes básicos.