Cuatro personas han sido condenadas por el asesinato de Orlando Pérez, un custodio de 49 años que trabajaba en la unidad económica Industrial Forestal de Mayarí, Holguín. El crimen ocurrió cuando Pérez sorprendió a los acusados robando baterías de vehículos pertenecientes a la empresa estatal. Tres de los implicados fueron sentenciados a cadena perpetua, mientras que el cuarto recibió una condena de 30 años de prisión.
La noticia fue reportada por la prensa oficial cubana, que destacó el “apoyo incondicional” del pueblo y del Ministerio del Interior en la captura de los responsables. Aunque no se ofrecieron muchos detalles sobre el crimen, el informe resaltó el uso de técnicas policiales, como un rastreo canino, que permitió localizar un vehículo de tracción animal utilizado durante el robo.
Mildrey Rodríguez Aguilera, fiscal del caso, subrayó la gravedad del crimen debido a su “elevada connotación social”, lo que justificó la solicitud de las penas más severas contempladas en el Código Penal cubano.
El aumento de la criminalidad en Cuba está estrechamente vinculado a la grave crisis económica que atraviesa el país. La escasez de productos básicos, el desempleo y la falta de oportunidades han empujado a muchos cubanos a buscar alternativas desesperadas para sobrevivir, lo que ha derivado en un incremento de robos, asaltos y otros delitos violentos. Este deterioro de las condiciones de vida, sumado al debilitamiento de las instituciones encargadas de mantener el orden, ha contribuido a una creciente sensación de inseguridad entre la población, exacerbada por la insuficiente respuesta estatal y la falta de datos oficiales sobre la magnitud de los delitos.
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