El Club Social Obrero "Marcelo Salado" en Jaimanitas, La Habana, simbolizó el ocio de una clase media en los años 50. Expropiado en 1959, hoy está en ruinas por el abandono del gobierno cubano. Su construcción se inició en 1958 pero se inauguró después de la Revolución. Este club formaba parte de una red de espacios exclusivos, como los famosos clubes náuticos de la capital cubana, destinados al ocio de una clase media emergente y aspirante a la modernidad.
La Habana llegó a tener cerca de 40 clubes náuticos. En el municipio Playa se encontraban la mayoría de ellos, en una hilera que se extendía por la franja costera hasta Santa Fe, con el Círculo Social Obrero "Jorge Sánchez Villar".
El youtuber Literalmente Cubano, visitó hace algún tiempo el CSO "Marcelo Salado" en Jaimanitas y mostró cómo se observa desde allí el hermoso skyline de La Habana dejando evidencia visual de la desolación que había en la institución. Tras el paso del huracán Rafael no se sabe cuán afectada pudo quedar la zona.
Este club, ubicado en el litoral del municipio Playa, no debe confundirse con la Escuela de Natación "Marcelo Salado" (antiguo Club de Profesionales) que también se encuentra en Playa pero cerca del Hotel Copacabana y que, lamentablemente fue "robado" a los deportes acuáticos cubanos de alto rendimiento para convertirlo en "un club de entretenimiento popular", otro círculo social más.
El "Marcelo Salado" de Jaimanitas era un lugar más accesible, pensado para el disfrute junto al mar, rodeado de otras instalaciones como el Club Cabo Parrado (Los Marinos) y el balneario infantil La Playita. De estas instituciones solo quedan las ruinas en la actualidad, porque el gobierno después de expropiarlas en 1959, con la promesa de abrir sus puertas para el pueblo, terminó abandonándolas poco a poco ante la incapacidad de darles mantenimiento y sacar provecho de sus virtudes.
Al igual que otros clubes icónicos de La Habana, el de Jaimanitas tiene una estructura que a menudo se ve golpeada por los huracanes y por la falta de restauraciones. Ya no se ofrecen allí los servicios de entretenimiento que alguna vez definieron su propósito. Estos espacios, en lugar de mantenerse como refugios de ocio y recreación para los habaneros, son ahora testigos mudos de un pasado que parece cada vez más lejano, recordatorios de un tiempo en que el acceso al mar y al esparcimiento eran parte de la vida de quienes soñaban con un futuro mejor.
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