Visita Díaz-Canel a Cayo Granma, entre escombros y penurias
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 28 de noviembre de 2025
Los pobladores de Cayo Granma, un humilde asentamiento de pescadores de poco más de 800 habitantes, recibieron la visita del dictador Miguel Díaz-Canel a más de un mes del devastador paso del huracán Melissa, que dejó al oriente en ruinas.
Sin transporte propio ni medios adecuados, los vecinos sobrevivieron entre techos dañados, casas derrumbadas y escasez de alimentos. Mientras tanto, la máxima autoridad del país llegó en helicóptero, desplegando su habitual puesta en escena de promesas vacías y propaganda política.
De las 256 viviendas del cayo, 170 resultaron afectadas por el ciclón, con 15 derrumbes totales y 31 techos completamente perdidos. Los afectados solo han logrado comprar algunos colchones mientras esperan, sin fecha definida, los materiales prometidos por el régimen para reconstruir sus hogares. La ironía no pasa desapercibida: mientras el pueblo duerme entre escombros, los funcionarios se desplazan en lujosas aeronaves y sonríen para las cámaras.
La reacción de la población, sin embargo, refleja un fenómeno psicológico inquietante: aplausos, sonrisas y gestos de aparente bienvenida hacia quienes los mantienen en la miseria. Entre comentarios en redes sociales y observaciones directas, se percibe un estado de contradicción profunda.
Muchos sienten indignación, pero otros, condicionados por años de control social, miedo y propaganda, actúan como si la presencia del dictador fuera un alivio o un gesto de preocupación. Este comportamiento es descrito por expertos como un reflejo del síndrome de Estocolmo: el afectado desarrolla un apego hacia su opresor y justifica sus abusos como actos de cuidado o atención.
Los pobladores aplauden a quien les roba recursos, los mantiene en abandono y promete soluciones que nunca llegan. Entre escombros y techos dañados, las emociones se mezclan: rabia contenida, resignación y la extraña gratitud hacia un visitante que solo ofrece palabras huecas. La escena es un recordatorio de la desconexión entre el poder político y la realidad del pueblo.
Mientras el régimen organiza su show de propaganda, Cayo Granma sigue siendo un ejemplo de cómo la opresión prolongada puede alterar la percepción colectiva. El pueblo, herido y abandonado, aprende a sobrevivir entre la esperanza de lo imposible y el temor de lo inevitable, mientras algunos aplauden a quienes deberían recibir su rechazo más absoluto.
Fuente: La Tijera