Esto no es un chiste ni una broma pesada. Una pareja cubana fue al Hotel Douville en La Habana con la intención de pasar unos días de descanso… y terminó peleando con una plaga de chinches. ¡Sí, leíste bien! Chinches por todas partes: en las camas, las sábanas, las almohadas… ¡hasta en las paredes! ¿Y cuál fue la reacción de la administración del hotel? Silencio total. Ni una disculpa, ni una solución, ni siquiera una muestra de preocupación. Como si fuera algo completamente normal.

Los afectados no se quedaron callados. Compartieron imágenes y videos del desastre en redes sociales, mostrando claramente el estado lamentable de la habitación. Pero lo más alarmante es que este no es un caso aislado. Ya han salido a la luz varias denuncias similares en distintos hoteles del país, algunas incluso peores. ¿Cómo se espera que despegue el turismo en Cuba si ni siquiera los hoteles de la capital pueden garantizar algo tan básico como la limpieza y la higiene?

Mientras tanto, los precios hoteleros siguen por las nubes. Una noche en un hotel promedio puede costar más que el salario mensual de un trabajador cubano. Pero la calidad del servicio va en picada.

Entonces uno se pregunta: ¿hasta cuándo el pueblo cubano va a seguir siendo maltratado incluso cuando intenta vacacionar dentro de su propio país? Y ni hablar de los turistas extranjeros, que muchas veces llegan con expectativas altas y se encuentran con una realidad decepcionante. Se llevan la peor imagen posible. Después no se sorprendan cuando el turismo no levante cabeza.

Esto no se trata solo de chinches. Se trata de respeto al cliente, de ofrecer un servicio digno, de tener un mínimo de profesionalismo. Lo ocurrido en el Hotel Douville debería ser una llamada de atención urgente, no solo para los directivos de ese hotel, sino para todo el sistema turístico cubano. ¿Dónde está el control de calidad? ¿Dónde están las inspecciones?

No se puede seguir vendiendo la imagen de “Cuba como destino seguro” mientras algunos turistas —nacionales o extranjeros— terminan rascándose las picaduras de su peor noche de hotel. El turismo no solo se trata de playas y ron, también se trata de higiene, de trato al cliente y de respeto.

Fuente: La Kinkalla TV

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