Susana Pérez, Yuliet Cruz y Omar Franco abren el corazón sobre la nostalgia de Cuba(video)
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 26 de septiembre de 2025

“Según Diosmany Valier, la tristeza de los que se van y los que se quedan es una constante en las vidas de los cubanos: el anhelo, la libertad, los recuerdos, la añoranza de aquí y de allá.” Esa frase, compartida en redes sociales, hace eco entre muchos cubanos dentro y fuera de la isla.
En ese contexto, varios reconocidos actores cubanos han expresado su sentir profundo ante esa herida colectiva.
Susana Pérez, legendaria actriz nacida en La Habana en 1952, radicada desde 2008 en Miami, no ha podido desligarse del peso emocional que implica dejar atrás su tierra. Para ella, cada despedida lleva consigo un duelo silencioso: “Se van mis raíces, se queda mi voz”, ha dicho en entrevistas previas.
Yuliet Cruz Delgado, también habanera (nacida en 1980), graduada del Instituto Superior de Arte (ISA), quien lleva ya años radicando en Estados Unidos con su familia, ha manifestado que esa nostalgia es casi física: “La noche de Nochebuena en Cuba me persigue; no importa dónde esté, vuelve en cada abrazo que di y no volveré a dar”.
Alberto Pujol (a veces llamado Albertico Pullol en versiones populares) figura entre los que han reivindicado esas emociones. Actor versátil, presente en teatro y televisión cubana, recordó su apartamento de 21 y G como ese refugio íntimo que ya no existe, simbólico de un país que no puede recuperar.
Rachel Cruz también interviene en este coro de melancolía.
Ella señaló que su rincón favorito —la esquina de Malecón y 23— guarda tantos recuerdos que parece latir con el pasado.
Omar Franco, otro rostro conocido del arte cubano, habló de su debut en el teatro del preuniversitario como aquel momento en que nació parte de su identidad artística.
Esa escena, hoy remota, para él es también el símbolo del vínculo con la isla.
Estas voces confluyen con la frase de Valier en un mapa emocional: quienes partieron cargan en el pecho un vacío, y quienes quedaron, una soledad invisibilizada.
Para muchos en la diáspora, no basta con construir un nuevo hogar lejos: el corazón se queda en retazos.
Este sentir es particularmente intenso para los cubanos que se atreven a hablar, a actuar, a recordar.
En un régimen que exige silencio y castiga el disenso, el acto de expresar dolor o nostalgia se vuelve también político.
Cuando una artista dice “extraño mi Cuba”, no solo dice un verso, sino que susurra una demanda de pertenencia en un exilio impuesto.
La frase de Diosmany Valier revive esa tensión: el que se va no se libera del sufrimiento del que queda, y el que se queda vive la ausencia constante.