Santiago de Cuba vive uno de los momentos más críticos de su historia reciente. La ciudad está al borde del colapso por la falta casi total de agua potable en cientos de barrios, donde el suministro lleva semanas, incluso meses, sin llegar.

Mientras tanto, las autoridades se limitan a repetir explicaciones técnicas, incapaces de frenar el drama humano que se extiende por cada cuadra. Según datos oficiales, más de 300 mil santiagueros están sin acceso estable al agua. El Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos señala un déficit del 76% en las lluvias, pero la población no se traga la sequía como única causa.

El problema se agrava por el deterioro de las redes, las bombas rotas y los cortes eléctricos constantes. La planta Quintero, por ejemplo, ha bajado su bombeo de 2 100 litros por segundo a apenas 1 509.

"Aquí estamos viviendo como animales, bajando con cubos a buscar lo poco que se derrama de alguna tubería rota", denuncia una vecina de Altamira." En barrios como ´José Martí´, Aguadores, ´Mariana de la Torre´, El Litoral y Reparto Sueño, el panorama es desolador.

“Mi abuela se desmayó por el calor y no teníamos ni un cubo para echarle agua. Estamos pagando hasta 800 pesos por un poco de líquido. ¿Hasta cuándo?”, lamenta una joven. Otros aseguran que pagar más de 10 mil pesos “por la izquierda” garantiza que una pipa privada les llene la cisterna. En cambio, las pipas que supuestamente manda el gobierno, según muchos, nunca aparecen.

Las redes sociales se han convertido en un hervidero. Comentarios como el de Yamila Jefferson resumen el sentir general: “Tranquilo que ahora con varios días de carnaval al santiaguero se le olvida todo, sin palabras de verdad.”

Iris La Nena estalla: “Aquí en Martí hace un mes que no viene el agua, pero van a hacer carnaval. Cuando la gente empiece a orinar, vomitar y hacer caca por los corredores, dime tú. Esto es un bombón asesino.”

El sarcasmo también aparece: “Pero en las congas son el número uno, eso se llama karma”, escribió Ernesto Piñeiro.

Las escenas más graves se han dado en lugares como La Marmolosa, donde se reportaron cacerolazos, gritos en la calle y hasta enfrentamientos entre vecinos por un poco de agua.

“Nos vamos a tirar pa’ la calle si esto sigue así”, gritó una mujer que cargaba a su hija mientras peleaban por una pipa. En pleno centro de Santiago, familias han protagonizado peleas con “cubazos y todo”.

"Esto es una tortura. Vivimos en ruinas", dice Dunia Leyva. “Cuando el pueblo vaya a bañarse en casa de los dirigentes, verás como sí aparece el agua”, añade otra internauta.

Las autoridades hablan de “soluciones paliativas”, pero los santiagueros sienten que se les acaba la paciencia. El riesgo de un estallido social está en aumento, y mientras tanto, se arma el carnaval. La ciudad arde… pero no precisamente por la fiesta.

Del perfil de Yosmany Mayeta

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