Proponen en México fundir estatua de Fidel y el Che para honrar a un alcalde asesinado
Redacción de CubitaNOW ~ martes 25 de noviembre de 2025
La estatua que representaba a Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara en la colonia Tabacalera de Ciudad de México ha sido removida, generando un debate sobre su significado histórico, político y ético. La propuesta de fundir el monumento y reutilizar el bronce para erigir un homenaje a Carlos Manzo, alcalde de Uruapan asesinado recientemente, ha recibido apoyo de sectores críticos del legado de los líderes cubanos.
El debate no es solo estético, sino profundamente simbólico. Para muchos, celebrar figuras como Castro y Guevara resulta problemático por los efectos históricos y políticos que sus acciones provocaron en Cuba y otros países. Fidel Castro lideró un régimen autoritario que, pese a sus apariencias de eficiencia y control social, consolidó un sistema jerarquizado con enormes desigualdades económicas y sociales. Mientras una pequeña élite militar acumulaba enormes fortunas, la mayoría del pueblo vivía en pobreza. El sistema educativo y sanitario, considerados modelos por algunos, muestran serias deficiencias, según críticos, incluso en comparación con estándares básicos internacionales.
Por su parte, Ernesto Guevara, conocido como el Che, ha sido señalado como un actor clave en la implementación de políticas represivas en la isla, adoptando métodos que replicaban sistemas totalitarios como el estalinismo y el maoísmo. Su paso por África y Bolivia, donde murió, también ha sido considerado un fracaso militar y político, que contrastaría con la imagen romántica que muchos de sus admiradores han promovido.
En contraste, Carlos Manzo es recordado como un político local valiente y cercano a sus conciudadanos. Su asesinato hace dos semanas generó consternación en Uruapan y fortaleció la idea de que el bronce de la estatua de Castro y el Che podría convertirse en un símbolo de homenaje a figuras que realmente luchan por su comunidad, y no por proyectos totalitarios.
La alcaldesa de Ciudad de México, Alessandra Rojo, tendrá la última palabra sobre la transformación del monumento, aunque el consenso entre críticos del régimen cubano es que la decisión es ética y simbólicamente correcta. Fundir el monumento no solo elimina un símbolo de represión y fracaso histórico, sino que ofrece la oportunidad de rescatar materiales para honrar la memoria de personas que aportaron de manera concreta y positiva a su sociedad.
El caso refleja, además, un debate más amplio sobre la memoria histórica y el rol de los símbolos en el espacio público. Para muchos, las estatuas no son meros objetos decorativos, sino representaciones de valores y acciones que la sociedad decide celebrar o repudiar. En este sentido, reemplazar la imagen de dos figuras asociadas con represión y fracasos militares por un homenaje a un líder local asesinado es visto como un acto de justicia simbólica y recuperación de la memoria colectiva.
Mientras el país debate sobre la pertinencia de mantener o eliminar monumentos polémicos, la experiencia mexicana evidencia la necesidad de reconsiderar qué figuras merecen ser elevadas en espacios públicos, y cómo la historia puede reinterpretarse para reflejar valores de justicia, valentía y servicio a la comunidad, en lugar de glorificar regímenes y acciones que provocaron sufrimiento a millones.