En un nuevo reflejo de la profunda crisis social que atraviesa Cuba, una madre desesperada acudió con sus tres hijos a la vivienda del popular humorista Limay Blanco, buscando ayuda alimentaria.

“No quiero dinero, lo que quiero es comida”, expresó la mujer en un video compartido por el propio artista. Con una niña pequeña en brazos y acompañada de otros dos niños, la madre —residente en Guanabacoa— imploraba por alimentos para sus hijos.

Sin embargo, Limay Blanco, visiblemente conmovido, confesó que ya no cuenta con los recursos para ayudar. “Yo estoy igual o peor que ustedes”, respondió, explicando que ya no recibe donaciones como antes y que apenas puede cubrir las necesidades básicas de su familia. En su puerta, un cartel lo deja claro: “En estos momentos no se atiende a nadie. Dios los bendiga”.

El video ha generado una ola de reacciones divididas en redes sociales. Algunos criticaron que haya expuesto a la mujer públicamente y que solicitara apoyo de forma directa; otros, sin embargo, lo defendieron, recordando la enorme labor social que Limay ha realizado durante años.

Y es que Limay Blanco no es solo una figura del humor en Cuba. Es también el impulsor del proyecto “Cristo Cambia Vidas”, con el que ha ayudado a decenas de familias sin hogar, entregado comida, ropa, zapatos, medicamentos y hasta construido viviendas para personas en extrema necesidad. Su iniciativa ha sido un rayo de esperanza para muchos en un país donde la ayuda institucional escasea.

Aunque hoy admite no tener cómo ayudar, su historia sigue siendo testimonio del impacto que puede tener la solidaridad individual en tiempos de crisis. Lo que este episodio muestra es más que la falta de alimentos: evidencia el colapso de un sistema donde ni siquiera los más solidarios logran mantenerse a flote.

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