Julio y agosto son meses habituales para que los niños de la casa se diviertan junto a sus padres, vsitando playas, acuarios, zoológicos, museos. Así es como miles de pequeños visitan el San Antonio Aquarium, donde una de tantas jornadas de esparcimiento se tornó perturbadora.

En este caso, momentos de tensión vivió la familia Taryn, cuando su pequeño hijo Leo de solo seis años, colocó su brazo en un tanque interactivo donde se encuentra un pulpo gigante del Pacífico llamado “Cthulhu”.

De pronto, el pulpo lo envolvió con sus tentáculos y se negó a soltarlo. Leo retiró el brazo tranquilo, diciendo con naturalidad “mamá, no me suelta”, lo que sorprendió aún más a su madre. A pesar de sus intentos por separarlo del animal, este se mantuvo firme mientras varios espectadores pedían auxilio.

Pasaron aproximadamente cinco minutos antes de que tres empleados del acuario intervinieran. Utilizaron compresas frías para distraer al pulpo y finalmente consiguieron liberarlo.

Leo resultó con moretones oscuros típicos de ventosas, desde la muñeca hasta la axila, que tardarían entre siete y catorce días en desaparecer según personal del acuario.

La madre Britney Taryn, quien ha visitado el acuario con su hijo durante al menos tres años y solía interactuar frecuentemente con ese mismo pulpo, comentó que nunca vivieron una experiencia similar.

Tras el incidente, ella denunció la falta de supervisión: en el momento no había empleados cerca del tanque ni señalización visible de precaución. Al pedir documentación formal del episodio y protocolos de seguridad, asegura que no recibió respuesta del establecimiento.

En redes sociales, el acuario compartió un video explicando que los pulpos gigantes tienen cerca de 200 ventosas por brazo y pueden levantar hasta 317 kg, por lo que los moretones son relativamente comunes e indoloros, y calificó el evento como “besos de pulpo”, restando importancia a la gravedad del episodio.

Britney ha iniciado una campaña para trasladar a Cthulhu a un centro de rescate donde reciba condiciones más apropiadas. Contactó al representante Joaquin Castro, presentó una queja ante agencias federales y busca impulsar regulaciones más estrictas en exhibiciones interactivas de animales marinos. No obstante, sostiene que no desea daños para el pulpo; su prioridad es la seguridad de los visitantes y el bienestar del animal.

El caso ha generado un debate intenso sobre la idoneidad de permitir interacción directa entre niños y animales tan potentes e inteligentes como los pulpos, especialmente en espacios sin la supervisión adecuada. Mientras algunos defienden el contacto educativo, otros piden mayor regulación para evitar que un “día juguetón” termine en incidentes traumáticos tanto para humanos como para animales.

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