Cuba enfrenta su peor crisis epidemiológica en décadas mientras expertos alertan un escenario mucho más grave
Redacción de CubitaNOW ~ martes 9 de diciembre de 2025
"Los modelos matemáticos pronostican lo peor", asegura el médico cubano experto en neurociencias Pedro Valdés (nombre cambiado), al analizar las cifras oficiales sobre los virus que hoy circulan en la Isla. Según las proyecciones presentadas por el matemático Raúl Guinovart, director de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad de La Habana, los contagios aumentarán en las próximas dos semanas en la región oriental y en el municipio especial Isla de la Juventud. La advertencia fue expuesta en un encuentro con Miguel Díaz-Canel que, a pesar de la gravedad del tema, no fue transmitido para el público.
Cuba vive su crisis sanitaria más compleja desde la pandemia de Covid-19. El sistema de salud está desbordado por una combinación inédita de virus: dengue, chikungunya, oropouche, zika, influenza, virus sincicial respiratorio y nuevas variantes de Covid-19. A esto se suma el impacto del huracán Melissa, que aceleró la proliferación de vectores en el oriente del país. Las autoridades reconocen 44 fallecidos —29 menores—, aunque admiten que no saben cuántos enfermos hay realmente.
El especialista Valdés cuestiona qué puede significar “lo peor” cuando el colapso ya se vive a diario. El 9 de octubre, mientras los contagios se disparaban en Matanzas, el ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, negaba públicamente que hubiera fallecidos o casos graves. Cinco horas después, la periodista estatal Yirmara Torres desmentía al ministro desde su cuenta de Facebook, relatando muertes, abandono, falta de recursos y un brote que llevaba semanas fuera de control. Tuvieron que pasar dos meses para que las autoridades reconocieran las primeras cifras oficiales.
La situación es inédita: nunca antes tantos virus habían circulado a la vez en Cuba. Aunque el MINSAP reporta una disminución en el síndrome febril inespecífico, los aumentos continúan en provincias como Las Tunas, Holguín, Pinar del Río, Granma, Mayabeque y Sancti Spíritus. La expansión está directamente vinculada a las condiciones ambientales y al deterioro urbano: basura acumulada, falta de agua y alcantarillado, ausencia de fumigación y un clima propicio para mosquitos y jejenes.
El dengue supera los 2.098 casos oficiales reportados por el MINSAP, pero la OPS —con datos proporcionados por el propio Gobierno— registra 9.602 enfermos hasta septiembre. En chikungunya se admiten 38.342 contagios, aunque los especialistas estiman que la cifra real supera los 50.000.
El oropouche, cuyo diagnóstico solo puede confirmarse en el Instituto Pedro Kourí (IPK), también continúa circulando. Un estudio publicado en el Journal of Infection revela que casi la mitad de los pacientes en Matanzas desarrollaron formas graves: encefalitis (29%) y síndrome de Guillain-Barré (21%). Estos porcentajes, calificados de “impresionantes” por Valdés, superan ampliamente los de brotes previos en América Latina.
El experto explica que los síntomas neurológicos —fotofobia, fonofobia, cefalea intensa, dificultad cognitiva— son consecuencia de la inflamación de las meninges provocada por los virus. Las complicaciones se agravan por la falta de atención oportuna, la deshidratación y la ausencia de medicinas. En niños, el riesgo mayor proviene de las convulsiones febriles.
La crisis también ha tenido un impacto internacional. Turistas de Canadá, Rusia y Reino Unido han reportado contagios tras viajar a Cuba. “Ya no es un destino para vacacionar”, escribió en Facebook la canadiense Karyn Imrie, tras enfermar de dengue pese a protegerse con repelente. Entre enero y junio, el turismo cayó un 25% respecto al mismo período de 2024.
La falta de transparencia oficial ha obligado a especialistas a crear registros independientes. El médico exiliado Lucio Enríquez Nodarse denuncia que el Gobierno manipula las cifras epidemiológicas y ha logrado documentar hasta ahora 20 fallecidos con nombres y apellidos. Su objetivo —dice— es desmontar las estadísticas oficiales que reportan solo 33 muertes.
La crisis epidemiológica también está alimentando el malestar social: en noviembre, el Observatorio Cubano de Conflictos registró más de 1.300 protestas vinculadas al manejo gubernamental del brote. Mientras tanto, Cuba enfrenta una fuga masiva de personal sanitario: más de 77.000 trabajadores han abandonado el sector desde 2021, y el cuadro básico de medicamentos sigue deprimido en más de un 70%.
Las autoridades aseguran que trabajan en nuevas tecnologías —insectos estériles, modificaciones genéticas, fármacos experimentales—, pero los brotes continúan expandiéndose. Para el doctor Jesús Pérez, residente en Medicina Interna en Miami, la letalidad en Cuba está marcada por el deterioro nutricional de la población, la falta de medicinas y la atención tardía. “La severidad no es solo del virus —advierte—, sino del país”.
La emergencia sanitaria ya no es un problema local: se perfila como un riesgo regional y global. Pero dentro de Cuba, el día a día está marcado por la incertidumbre y el desamparo ante una epidemia que avanza más rápido que las respuestas oficiales.