La hija ilustre y fiel de Santa Barbara este 27 de mayo cumple102 años del nacimiento, Natalia Herrera, una de las figuras más queridas y versátiles de la escena artística cubana.

Nacida en la calle Fábrica, en la barriada habanera de Luyanó y forjada en el entrañable barrio de Cayo Hueso, desde niña dio muestras del temperamento arrollador que marcaría su carrera.

Actriz, vedette, cantante, humorista y defensora del arte popular, Natalia dejó una huella imborrable en generaciones de cubanos. Desde sus escapadas al Parque Trillo para bailar rumba con apenas siete años, hasta su consagración como Estrella Naciente de La Corte Suprema del Arte con solo catorce, todo en ella anunciaba grandeza.

Fue estrella del Conjunto Nacional de Espectáculos, donde brilló con personajes llenos de sabor vernáculo, simpatía y contundente raíz afrocubana.

Su defensa incondicional del humor, especialmente del movimiento de Jóvenes Humoristas y el Centro Promotor del Humor, la hizo una aliada y madrina de los que han hecho reír a Cuba durante décadas.

En 2010 recibió el Premio Nacional de Humor, rodeada del cariño de figuras como Luis Carbonell, Osvaldo Doimeadiós y Carlos Gonzalvo. “¡Si Virulo me acompaña, yo canto!”, exclamó aquella noche, y cantó, como siempre, con alegría, gracia y alma.

Hoy, los humoristas cubanos y el público que la amó celebran su vida, su arte y su legado.

Natalia Herrera no fue solo una gran artista: fue una mujer de barrio, de pueblo, de risa limpia y compromiso profundo. Su memoria sigue viva en cada escenario donde el humor se hace con el corazón.

¡Aché pa´ tí!

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