Millones de cubanos cocinan entre el humo, el hambre y el miedo por el colapso energético
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 9 de junio de 2025

Más de 9 millones de cubanos viven hoy atrapados en una pesadilla diaria: cocinar en condiciones insalubres, inseguras y desgarradoras. La actual crisis energética que azota a la Isla ha desmantelado el ya frágil acceso a servicios básicos, forzando a millones a improvisar fogones en patios, usar leña y carbón o, simplemente, renunciar a una comida caliente.
El Food Monitor Program (FMP), tras un análisis del último censo y sus propios estudios, ha desvelado un escenario estremecedor que pone en riesgo la salud, la seguridad y la dignidad de millones.
El panorama es brutal. Más de 220 mil hogares apenas cuentan con gas manufacturado, 1,7 millones dependen del gas licuado —que sufre interrupciones constantes— y más de 2 millones dependen exclusivamente de una red eléctrica colapsada.
El resto queda completamente vulnerable, sometido a apagones de hasta 20 horas diarias. En ese contexto, cocinar se convierte en una carrera contra el reloj y la oscuridad: se prepara lo que se puede a cualquier hora de la madrugada, se come frío o no se come.
"Cada apagón no solo apaga la luz: ¡apaga también la esperanza! Cocinar se ha vuelto un acto de resistencia emocional", advierte el informe. Muchas familias, enfrentadas a la imposibilidad de usar estufas eléctricas o gas, recurren a métodos primitivos. Fogones de leña construidos con bloques viejos, latas, pedazos de metal. Estos sistemas generan gases tóxicos que, según la OMS, causan enfermedades respiratorias crónicas, cáncer pulmonar y problemas cardiovasculares.
Los incendios domésticos se multiplican. Las mujeres, que en Cuba asumen mayoritariamente la labor de cocinar, se exponen directamente a estos peligros, aumentando su vulnerabilidad física y emocional.
"En la cocina improvisada de cada casa se libra una lucha invisible por la vida," subraya el FMP. La inseguridad alimentaria ha llegado a niveles alarmantes: el 33 % de los hogares ya había suprimido comidas antes del actual colapso; el 25 % de los encuestados reconoció haberse ido a dormir con hambre. Hoy, la cifra es aún mayor.
A este drama se suma el acceso precario al agua. Más del 50 % de los hogares solo la recibe en ciclos irregulares, de dos a quince días, lo que obliga a almacenarla en condiciones poco higiénicas. Sin electricidad para las bombas, muchas familias recurren a acarreos manuales. El 54 % de los hogares debe potabilizar el agua, elevando el riesgo de enfermedades digestivas con la llegada del verano.
El colapso energético no es casual. Es el resultado de décadas de desinversión y de un sistema eléctrico envejecido y obsoleto. Los paliativos gubernamentales —centrales flotantes turcas, grupos electrógenos— no han logrado frenar los apagones masivos. Mientras tanto, las autoridades recomiendan comidas ligeras y llaman a la "resistencia".
Pero para millones de cubanos, resistir no es consigna: es una imposición cruel, cotidiana, sin alternativas.
"Cada madrugada sin luz y sin agua es un recordatorio de que nos están robando el derecho básico a vivir con dignidad," concluye el informe. Y tras cada fogón apagado, queda el humo de la desesperanza que asfixia, día tras día, a una nación entera.