Después de años de activismo, represión y amenazas constantes por parte del aparato represivo del Estado cubano, Tata Poet ha tenido que abandonar la tierra que tanto ama para salvar su vida. Su mensaje de despedida, breve pero lleno de emoción, se entrelaza con los versos de Martí y un agradecimiento profundo a quienes lo acompañaron en este proceso doloroso y valiente: “¡Hasta pronto, Cuba!”.

Esta partida no es solo un adiós, sino una pausa, una transición forzada por la urgencia de sobrevivir. En sus palabras y en las reacciones de quienes lo rodean se siente tanto el dolor del exilio como la esperanza que queda encendida.

Amistades, colegas, seguidores y familiares lo despiden con bendiciones, fuerza, gratitud y deseos sinceros de que esta nueva etapa sea un renacer, no un final.

Giselle Delgado escribe: “Si estás bien, cariño, es triunfo” y Elena Pérez lo abraza con un grito de vida: “¡VIVE, DIOS TE ACOMPAÑA!”.

Pero más allá del sentimiento íntimo, su partida es también un reflejo del drama colectivo de Cuba. Dahey Silva, desde la distancia, reflexiona sobre el exilio como un impulso necesario para entender, para luchar con más claridad. “Salir para conocer la libertad, regresar para quemar el comunismo”, dice, sintetizando una visión de lucha a largo plazo que muchos comparten: Cuba no será libre sin sus hijos del exilio.

Otros, como Sheyla Pool y Jenny Pantoja, recuerdan que aunque el cuerpo se aleja, el alma sigue atada a la isla y a la lucha. “Nos volveremos a ver acá en Cuba siendo libres”, augura Jenny. La distancia física no significa renuncia.

El caso de Tata Poet es el de miles, pero tiene un nombre, una historia y una voz que no se apaga. Su activismo, su poesía y su resistencia quedan como legado, y su partida marca el inicio de una nueva etapa de lucha: desde otros suelos, pero con el corazón aún sembrado en Cuba. Que el viaje que ahora inicia lo lleve a un lugar donde, como dice Martí, sí exista casa —y libertad.

Porque, como muchos expresaron: no se fue, solo está tomando impulso.

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