En medio de una de las crisis más severas que ha atravesado Cuba en décadas —marcada por apagones prolongados, desabastecimiento de alimentos y un poder adquisitivo cada vez más erosionado—, el grupo turístico Gaviota, perteneciente al holding militar GAESA, anunció la reinauguración de un hotel de alto estándar en Varadero, uno de los principales polos turísticos del país.

A través de Facebook, Gaviota informó la reapertura de una instalación “completamente remodelada” que ahora operará bajo la administración de la cadena italiana Domina. El complejo fue presentado como un nuevo “producto turístico” orientado al lujo, el confort y experiencias exclusivas frente al mar. “¡Bienvenidos a Domina Marina Varadero!”, proclamó la empresa estatal, invitando a los viajeros a descubrir esta nueva etapa.

La cadena italiana, por su parte, describió el hotel como un espacio donde “cada detalle refleja excelencia y exclusividad”, destacando áreas gastronómicas renovadas, zonas de recreación, espacios de descanso y vistas privilegiadas al océano. Sin embargo, el entusiasmo promocional contrasta con la realidad que enfrentan millones de cubanos, muchos de los cuales pasan entre 12 y 20 horas diarias sin electricidad y luchan por cubrir necesidades básicas.

Aunque la publicación oficial no mencionó el cambio de operador, internautas identificaron el inmueble como el antiguo Meliá Marina Varadero, lo que generó preguntas sobre la salida de la cadena española Meliá Hotels International. Algunos usuarios señalaron el deterioro del hotel tras la pandemia y expresaron expectativas de que la nueva administración logre recuperarlo.

Inaugurado en 2013 como un resort todo incluido con 423 habitaciones, apartamentos, marina y centro de buceo, el complejo llegó a ser uno de los proyectos emblemáticos del turismo cubano. Sin embargo, denuncias de turistas en 2024 describieron condiciones deplorables, desde pasillos sin iluminación hasta habitaciones sucias y servicios inoperantes.

Más allá del relevo administrativo, la reapertura vuelve a evidenciar una política económica persistente: priorizar inversiones en turismo internacional —controlado en gran medida por GAESA— mientras sectores esenciales como la producción de alimentos, la energía y el transporte continúan en franco deterioro. En ese contexto, Domina Marina Varadero se erige no solo como un enclave de lujo, sino como un símbolo de un modelo que avanza de espaldas a la emergencia social que vive el país.

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