Llega a Nipe barco ruso con 740.000 barriles para una dictadura sin soluciones
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 26 de septiembre de 2025

El arribo del tanquero ruso "Akademik Gubkin" a la bahía de Nipe, con 740.000 barriles de crudo Ural valorados en más de 48 millones de dólares, fue presentado por la propaganda oficial como un “respiro” para Cuba en medio de la aguda crisis energética.
Sin embargo, la realidad cotidiana demuestra lo contrario: la llegada de un barco cargado de petróleo no significa el fin de los apagones interminables que ya superan las 20 horas diarias en varias provincias del país.
Este episodio refleja nuevamente la dependencia crónica del régimen a padrinos internacionales. Antes fue la Unión Soviética, luego Venezuela, más tarde México y ahora Rusia en plena guerra y sancionada por buena parte del mundo.
El pueblo cubano queda reducido a simple ficha de negociación geopolítica, sin acceso transparente a cómo se financian estas compras millonarias mientras la población carece de lo más básico: luz, agua, alimentos y transporte.
El gobierno habla de “solidaridad” rusa, pero lo cierto es que detrás de estos envíos hay compromisos políticos, endeudamiento oculto y una estructura corrupta que no rinde cuentas. ¿De dónde salen los millones para pagar este petróleo cuando los hospitales carecen de medicamentos y las familias no logran poner un plato de comida en la mesa? La respuesta solo la conoce la cúpula del Partido Comunista, la misma que insiste en pedir sacrificios a la ciudadanía mientras se asegura privilegios.
Además, la operación logística confirma la precariedad del sistema: como la base de supertanqueros de Matanzas quedó destruida en el incendio de hace tres años, el crudo debe trasvasarse a buques más pequeños, retrasando la distribución hacia refinerías obsoletas y termoeléctricas en ruinas.
Es decir, aunque llegue petróleo, no hay capacidad real para que se convierta en electricidad estable ni en combustible disponible en las gasolineras.
Mientras tanto, la Unión Eléctrica admite déficits que superan los 1.600 MW, obligando a cortes programados que sumen más miseria al día a día de los cubanos. Cada apagón significa más alimentos perdidos, más niños estudiando a oscuras y más hospitales funcionando con plantas eléctricas de emergencia que también dependen de un combustible cada vez más escaso.
El petróleo ruso podrá llenar los titulares del régimen, pero no llenará las ollas vacías de los hogares cubanos. La verdadera solución no está en barcos lejanos, sino en un cambio de sistema que libere las fuerzas productivas, erradique la corrupción y devuelva al pueblo el poder de decidir sobre su propio futuro.