Letreros en paredes de Cuba: borrar lo político, tolerar la grosería
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 5 de septiembre de 2025

En Cuba, los muros hablan. Pero hay letreros y letreros. Y al parecer, no todos hablan el mismo idioma. O al menos no se interpretan igual. Evidentemente, los de carácter político llevan un trato que difiere mucho de cuando de vulgaridad se trata.
Desde hace varios años, sobre todo a partir de 2021, han comenzado a aparecer con más frecuencia en las calles de La Habana y otras ciudades letreros y grafitis con mensajes políticos. Algunos son consignas directas contra los dirigentes del país, otros simples palabras que apuntan a la idea de cambio o libertad. Su destino es siempre el mismo: la censura inmediata.
Los vecinos saben que cuando aparece un letrero de este tipo, no pasará mucho tiempo antes de que llegue una brigada a cubrirlo. La acción se presenta casi como un acto político en sí mismo: cuadrillas con pintura, acompañadas en ocasiones por discursos improvisados de “reafirmación revolucionaria” y un despliegue de recursos poco comunes en la vida cotidiana. Brochas, cubetas, escaleras y hasta transporte especializado se activan de un momento a otro para que nada quede del incómodo grafiti.
Ese celo contrasta con otra realidad visible en las calles cubanas. Las paredes están llenas de frases obscenas, insultos y dibujos de mal gusto que permanecen por meses, a veces años, sin que nadie se dé por enterado. En esos casos no hay urgencia, ni brigadas, ni pintura. Lo vulgar se tolera; lo político se persigue.
Desde 2021, con el estallido social del 11 de julio y el aumento de las expresiones de descontento, los letreros políticos se han convertido en una de las formas más visibles de protesta silenciosa. Y la reacción oficial ha sido aún más contundente. En barrios de La Habana Vieja, El Vedado o Marianao, testigos narran cómo en pocas horas se movilizan recursos que no aparecen para reparar una bodega, un consultorio médico o una escuela en ruinas.
El contraste es revelador: donde falta pintura para escuelas, hospitales o edificios en estado crítico, sí aparece cuando se trata de tapar un mensaje político. En una ciudad marcada por fachadas descascaradas y estructuras deterioradas, el blanco o gris fresco de la censura resalta todavía más.
Así, el paisaje urbano refleja no solo el deterioro material de la Isla, sino también el miedo de sus autoridades a la palabra escrita en espacios públicos. Los muros muestran dos realidades: obscenidades toleradas y críticas borradas con urgencia. Al final, el mensaje que permanece no es el del grafiti, sino el de un poder que prefiere gastar en tapar paredes antes que en reparar vidas.