Las noticias más recientes que circulan desde Cuba parecen sacadas de una película de terror, pero lamentablemente son parte de la cruda realidad nacional. En apenas unas horas, se han reportado hechos que estremecen y confirman lo que muchos ya temen: la violencia y la inseguridad están fuera de control, mientras las autoridades miran hacia otro lado.

En La Habana, un extranjero residente en la Isla condujo un Audi por varias calles atropellando intencionalmente a al menos nueve personas, entre ellas una mujer embarazada de 35 años, quien falleció a causa del impacto. No fue un accidente: fue un acto deliberado, sin que las fuerzas del orden pudieran detenerlo a tiempo.

El mismo día, un vuelo hacia Madrid no pudo despegar porque el piloto y el copiloto fueron víctimas de un asalto en la capital cubana. Uno de ellos terminó hospitalizado con fractura de cráneo, lo que demuestra que ni siquiera los profesionales de alto perfil están a salvo de la creciente ola de violencia.

Como si no bastara, desde Santiago de Cuba llega una imagen aún más escalofriante: una cabeza humana apareció tirada en un basurero. No es ficción, no es un rodaje clandestino de una serie criminal. Es Cuba, hoy.

Lo más alarmante no es solo la gravedad de los hechos, sino la ausencia total de respuesta efectiva por parte de las autoridades. La policía parece estar siempre donde no hace falta, mientras los crímenes más atroces suceden sin vigilancia, sin prevención y sin justicia inmediata. Se persigue con eficiencia a activistas, disidentes y ciudadanos pacíficos, pero no a los verdaderos criminales.

Lo que alguna vez fue un país con índices bajos de violencia, hoy se asemeja a un escenario caótico donde el miedo y la impunidad mandan. “Juan de los Muertos” se quedó corto… la ficción no alcanza para retratar el horror cotidiano que vive el pueblo cubano.

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