La tripulación del avión cazahuracanes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) vivió este martes una de sus misiones más peligrosas al internarse en el ojo del huracán Melissa, una tormenta de categoría 5 que desató vientos sostenidos superiores a los 270 kilómetros por hora y un escenario de turbulencias extremas.

A bordo del legendario Lockheed WP-3D Orion, los pilotos y meteorólogos enfrentaron condiciones descritas como “infernales”. Durante varios minutos, el avión fue sacudido violentamente por ráfagas impredecibles y ráfagas descendentes que pusieron a prueba la pericia de los tripulantes. Aun así, la misión cumplió su objetivo: recopilar datos en tiempo real sobre la presión atmosférica, la velocidad del viento, la temperatura y la humedad en el núcleo del ciclón.

Estos datos resultan esenciales para los modelos de pronóstico que permiten mejorar la precisión de las alertas y salvar vidas en las zonas amenazadas por el paso del huracán.

Según explicó el meteorólogo de vuelo Nick Underwood, uno de los integrantes de la tripulación, “no hay simulador que prepare a nadie para lo que se siente dentro de un monstruo de esta magnitud”.

Las imágenes captadas desde el avión muestran un contraste sobrecogedor: una pared de nubes girando violentamente alrededor de un ojo casi perfecto, iluminado por relámpagos que delineaban la fuerza devastadora del fenómeno.

El huracán Melissa continúa desplazándose hacia el noroeste del Atlántico, y los expertos advierten que su intensidad podría mantenerse durante las próximas 24 horas.

Mientras tanto, los datos obtenidos por esta arriesgada misión podrían marcar la diferencia en la preparación y respuesta ante el poder incontrolable de la naturaleza.

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