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Hipocresía artística y privilegios legitiman al régimen cubano desde el arte

Redacción de CubitaNOW ~ lunes 18 de agosto de 2025

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En la escena cultural cubana, el debate sobre la relación entre arte y política parece más relevante que nunca. La frase “El arte y la política no se mezclan” se repite con comodidad entre quienes prefieren mirar a otro lado ante el sufrimiento cotidiano del pueblo cubano.

La realidad demuestra que esta separación es ilusoria. Figuras como Zaida del Río aparecen como ejemplo de esa contradicción: mientras inauguran exposiciones que rinden homenaje a líderes del régimen, según reporta la prensa oficialista, al mismo tiempo mantienen conexiones con Estados Unidos, viajando a Miami con visados de entradas múltiples y comercializando sus obras en dólares.

Esta dinámica refleja un privilegio que la mayoría de los ciudadanos no tiene y evidencia un doble estándar que resulta difícil de ignorar.

El fenómeno no se limita al ámbito personal o financiero: es una herramienta que, consciente o inconscientemente, sostiene al sistema. La crítica de Mario J. Pentón señala que la dictadura se alimenta de la hipocresía de quienes, mientras disfrutan de los beneficios que el régimen ofrece solo a unos pocos, callan ante la miseria que afecta a la mayoría.

Este silencio y complacencia permiten que se legitime un poder que de otra manera enfrentaría cuestionamientos más amplios y contundentes. Cada viaje a Miami, cada venta en dólares, se convierte en un gesto que, de forma indirecta, valida un sistema que niega esas mismas oportunidades al resto de la población.

Las reacciones en redes sociales reflejan indignación y escepticismo. Comentarios como “Arte y política = castrismo” o “Doble moral” muestran cómo la ciudadanía percibe esta contradicción y la asocia con complicidad.

Otros incluso sugieren medidas radicales, como revocar visas, como un acto de justicia simbólica ante lo que consideran un abuso de privilegios. Entre la condena social, también se percibe un juicio moral profundo, que critica tanto la acción como la ética de quienes parecen priorizar sus beneficios personales sobre la conciencia cívica.

En definitiva, la discusión sobre el arte y la política en Cuba no es solo teórica: tiene implicaciones prácticas y éticas. Los privilegios individuales, cuando se combinan con la legitimación silenciosa de un régimen opresivo, revelan la complejidad de la doble moral en la Isla.

Mientras algunos defienden la supuesta neutralidad del arte, otros señalan que el silencio frente a la injusticia equivale a complicidad, dejando claro que, en este contexto, el arte y la política jamás pueden separarse realmente.


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