El reconocido boxeador a mano limpia Gustavo Trujillo, protagonizó un episodio que dejó a todos boquiabiertos en el emblemático Versailles. Lo que debía ser un espacio de encuentro y solidaridad entre activistas cubanos se convirtió en una escena de gritos y tensión total.

Trujillo se enfrascó en una discusión verbal con otro activista frente a decenas de personas y la situación escaló hasta niveles insólitos: insultos, reproches y un ambiente cargado de conflicto.

La escena ha generado indignación entre la comunidad cubana, tanto dentro como fuera de la Isla. Muchos consideran que incidentes como este “solo dañan la causa” y proporcionan argumentos a quienes buscan desacreditar la lucha por la libertad de Cuba. En momentos donde cada acción y palabra cuenta, no podemos permitir que conflictos internos eclipsen el mensaje de unidad y justicia que nos une.

Los testigos relatan que la tensión se sintió en todo el salón y aunque no todos los detalles de cómo terminó el enfrentamiento están claros, la sensación de vergüenza quedó marcada.

Este tipo de comportamientos, lejos de fortalecer la lucha, generan divisiones y distraen de la verdadera pelea: la resistencia contra la dictadura que oprime a millones de cubanos.

Desde las redes, líderes y ciudadanos han lanzado un llamado claro: “Cubanos, llamémonos a la cordura y a la unión. La verdadera batalla no es entre nosotros, sino contra quienes han cercado nuestras libertades durante décadas”.

Cada reunión, cada manifestación y cada mensaje debe reflejar fuerza, disciplina y coherencia, porque el enemigo observa cada tropiezo para sacar ventaja.

La comunidad insiste en que mantener la serenidad y el respeto es indispensable para que la lucha tenga credibilidad y visibilidad internacional. Lo que sucedió en el Versailles es un recordatorio de que la unidad no es solo un lema: es la herramienta más poderosa para avanzar hacia una Cuba libre.

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