Una niña de 13 años, reportada como desaparecida desde el pasado 14 de mayo en el municipio de Jovellanos, Matanzas, fue localizada en la provincia de Mayabeque gracias a gestiones familiares, según reportó el perfil oficialista “Con Todos La Victoria”, vinculado estrechamente a las fuerzas policiales del régimen cubano.

La niña fue encontrada en buen estado de salud en el municipio de Madruga y trasladada a una instalación “especializada” para atención a jóvenes. En relación con su desaparición, fue arrestada una mujer identificada como Sixney Velázquez Berrier, quien, según el parte oficial, habría sacado a la niña de su casa y no la devolvió. Esta enfrenta ahora cargos por Corrupción de Menores, aunque no se especificaron detalles sobre las circunstancias del hecho ni sobre la relación entre ambas.

Como es habitual en los perfiles afines al Ministerio del Interior (MININT), el foco del mensaje no está en esclarecer los hechos, sino en resaltar el supuesto accionar “efectivo y profesional” de la policía. Sin embargo, la realidad es que estos comunicados suelen dejar más preguntas que respuestas.

Estas brechas informativas no son casuales. En un entorno de fuerte control estatal sobre los medios y la comunicación, estos perfiles actúan como herramientas de propaganda, presentando cada actuación policial como una muestra de eficiencia y compromiso con el pueblo. No obstante, el silencio sobre los detalles clave socava la credibilidad del mensaje y revela la falta de transparencia con que se manejan casos delicados como este.

La detención de Velázquez Berrier por “corrupción de menores” aparece en el parte sin ninguna aclaración jurídica ni contexto. Esto refuerza el patrón común en la narrativa oficial: se impone una etiqueta criminal sin ofrecer al público información verificable ni permitir el escrutinio independiente, lo cual impide evaluar la gravedad o la veracidad del caso.

Este nuevo episodio demuestra cuán riesgoso es depender únicamente de la narrativa estatal para conocer lo que ocurre en el país. Mientras el régimen emplea estas historias para blanquear la imagen de sus fuerzas de seguridad, las verdaderas víctimas, sus derechos y las causas estructurales de estos problemas siguen sin abordarse. En Cuba, el silencio informativo es una forma de control y la propaganda, su vehículo más eficaz.

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